Extremos
La elección de este fin de semana, ha sido planteada por algunos como expresión de un país polarizado, obligado a elegir entre extremos. No faltan los que, añorando lo que nunca existió, suspiran por una segunda vuelta Matthei–Tohá. ¿Será verdad que dirimir entre Kast y Jara es optar entre extremos? No me parece.
¿Qué es ser extremo? Despejemos lo obvio: no es tener convicciones firmes, ni absolutamente contrarias a las de sus adversarios. Pensar distinto, en una sociedad pluralista, no puede ser penalizado per se. Si aceptáramos esa subjetividad tendríamos que definir quién o quiénes determinan cuál es el espectro dentro del cual los proyectos políticos se aceptan como moderados. También es obvio que la regla de las mayorías es inaplicable, porque la mayoría votó -o va a votar- por las opciones supuestamente extremas.
La única regla objetiva, y bastante simple, es la adhesión que los proyectos tienen a los principios que constituyen el Estado Democrático de Derecho. Si un candidato promueve una forma de organización social que respeta esos principios, por más que se le considere equivocada, está dentro de los márgenes de las opciones legítimas y, por definición, moderadas. Lo que constituye un proyecto en extremo es el hecho de salirse de los límites que configuran ese orden político y jurídico.
En esta elección se ha aceptado con una facilidad sorprendente que, a la candidata oficialista, militante desde su adolescencia en el Partido Comunista, se le reconozca como de centroizquierda o socialdemócrata. Pero, como muy bien nos recordó Cayetana Álvarez de Toledo, militar en el PC significa adherir expresa y formalmente a una ideología que tiene una historia equivalente, si es que no peor, al nazismo. Su carácter internacionalista le impide excepcionarse en una supuesta particularidad del PC local. De hecho, recordemos que ha sido de un estalinismo obsecuente que, en su momento, apoyó todas las barbaridades del régimen soviético.
Es que ahora es diferente, dirán. Hasta que a la candidata le preguntan por Corina Machado, ahí emerge, por los entresijos del discurso de campaña, su pensamiento real: la premio Nobel de la Paz es golpista y el usurpador Maduro es, en consecuencia, el gobernante legítimo. Mientras todas las sociedades libres del mundo celebran el heroísmo democrático de la líder venezolana, nosotros tenemos una candidata presidencial que toma partido contra ella. ¿Moderada? ¿Centroizquierda?
Las propuestas de Kast, como bajar impuestos, reducir el gasto público, cerrar las fronteras, expulsar a los inmigrantes ilegales y otras, pueden molestar, considerarse equivocadas, irritar, incluso pueden ser vistas como un retroceso grave por la mentalidad de izquierda, pero están claramente dentro del sistema democrático.
Por eso, sospecho, esta elección se va a parecer al plebiscito de 2022, porque los chilenos, sabiamente ven que esta no es una elección entre extremos, sino entre el país que quieren recuperar y el extremo que lo ha deteriorado gravemente.
Por Gonzalo Cordero, abogado
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