Opinión

Incógnitas sobre el rol que jugará la centroizquierda

La contundencia de la victoria de Yasna Provoste como abanderada de Unidad Constituyente, no elimina el dilema que enfrenta el bloque, cual es lograr diferenciarse de la izquierda extrema, pero a la vez seducir a los votantes de centro.

La consulta ciudadana que Unidad Constituyente (UC) llevó a cabo el sábado a efectos de definir su candidatura presidencial arrojó un indesmentible resultado en favor de la candidata de la DC, la senadora Yasna Provoste, quien se impuso con el 60,4% de las preferencias. Bastante más atrás quedó la abanderada del PS, Paula Narváez, con el 27,2%, mientras que el candidato del PR, Carlos Maldonado, solo obtuvo un 12,4%, resultados que confirmaron lo que venían anticipando las encuestas.

Ciertamente habría sido mejor que el conglomerado se hubiese podido medir en las primarias legales donde participó Chile Vamos y el pacto Apruebo Dignidad (FA/PC) -que en conjunto congregó a más de tres millones de votantes-, pero el hecho de que se haya logrado tener esta instancia de participación ciudadana, aun cuando haya sido al filo de los plazos para la inscripción de candidaturas, contribuye a revestir de mayor legitimidad a la abanderada que de haberse elegido cupularmente.

Uno de los mayores méritos de esta consulta es que la centroizquierda logró instalarse formalmente en las elecciones de noviembre, llenando un evidente vacío que hasta ahora existía en el mapa electoral, pues era anómalo que el eje DC-PS -que invariablemente marcó la política chilena desde 1990- hubiese quedado fuera. Sin embargo, la escasa cantidad de votantes que congregó esta consulta -del orden de 150 mil- deja a la UC y a la propia Provoste en una posición desmejorada frente a su competencia de extrema izquierda. Cabe recordar que la opción que representó al Partido Comunista congregó prácticamente a 700 mil votantes, mientras que el Frente Amplio logró un poco más de un millón de votos.

Las razones de por qué se registró tan baja concurrencia, en circunstancias de que la centroizquierda representa un segmento considerable del electorado, deben ser ahora motivo de análisis. Sin perjuicio de que las pugnas entre los partidos de la UC y el no haber estado en la primaria legal pueden haber influido en el ánimo de los votantes, la abismal diferencia con la extrema izquierda -también respecto de la centroderecha, que llevó a 1,3 millones de votantes- probablemente sugiere que se trata de un bloque más desgastado, con fuertes dificultades para sintonizar con el electorado, en particular con los más jóvenes, abriendo la interrogante de cuán competitiva podrá ser la centroizquierda.

El desafío que Yasna Provoste tiene a partir de ahora no es solo cómo lograr escabullir la “carga” que le supone ser militante de uno de los partidos identificados como parte de los “30 años”, sino sobre todo cómo lograr establecer una opción que logre diferenciarse con la extrema izquierda, evitando que continúe la fuga de votos hacia la candidatura de Gabriel Boric, pero a la vez incluyendo a los sectores más de centro, que es justamente el electorado que pretende disputar Sebastián Sichel. La tarea no se ve sencilla, pues los idearios de Provoste aparecen mucho más sintonizados con el mundo progresista. Está en juego un proyecto que auténticamente represente a la centroizquierda, el que de prosperar podría contribuir a brindarle mayor estabilidad al país, pero por ahora no se ve como algo evidente que se logre edificar dicho proyecto.

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