Independiente del resultado, Jeannette Jara ya ganó
Mañana hay elecciones primarias del oficialismo. Sin embargo, en esta columna no hablaremos de lo que muestran las últimas encuestas. Está prohibido por una ley tan absurda que ni se respeta ni se hace respetar: una que castiga la transparencia y, en los hechos, valida asimetrías de información. En fin. Aun así, sí podemos afirmar que, pase lo que pase este domingo, Jeannette Jara ya ganó.
Ganó primero en su propio partido, el PC, donde no era la favorita. Su nominación no fue natural ni pacífica. Los controladores del partido buscaban imponer a Jadue, ya que veían a Jara como una figura poco doctrinaria, incluso sospechosamente socialdemócrata. Pero ella, sin alzar públicamente la voz ni provocar rupturas, logró ser proclamada a regañadientes, cuando las cautelares que pesaban sobre el exalcalde dejaron al PC sin alternativa. Con temple y sonrisa inquebrantable, terminó imponiéndose.
Ya en campaña, se presentó astutamente como una candidata “not PC”: una figura que representaba un sentido común ciudadano, amplio, no partidista. Se apropió sin pudor de los principales logros del gobierno: las 40 horas, el aumento del salario mínimo y la reforma previsional. No renegó de su militancia, pero tampoco se dejó encasillar por ella. Hizo lo que Jadue no pudo —o no quiso— hacer en 2021: mantenerse como el alcalde de las farmacias populares, y no como el militante del PC.
También se impuso por contraste. A Winter le arrebató parte del electorado joven. Mientras él se perdía en su subjetividad rendido ante su ego, Jara le habló al país real, ese que se levanta a las seis de la mañana, que espera certezas, no consignas. Frente a Tohá, construyó una narrativa de diferenciación: donde Tohá fue institucional y técnica, Jara fue cercana y empática. Mientras Tohá defendía al gobierno, Jara supo tomar distancia. Le enrostró, con cortesía, pero sin titubeos, la responsabilidad completa por la crisis de seguridad.
Y ganó además cuando supo decir que no. Cada vez que Lautaro Carmona intentó marcarle el paso durante la campaña, ella mostró autonomía. Cuando quisieron empujarla hacia un discurso más duro, insistió en hablar desde sus resultados. Jugó a la ministra Jara al apropiarse de los logros del gobierno, y también a la Jeannette empática, buena para el baile y los abrazos. Esa mezcla camaleónica de “not PC”, con firmeza y templanza la transformó en una candidata estratégicamente bien calibrada.
Por eso, independientemente del resultado, Jara ya ganó. Pasó de ser un artefacto electoral del PC a un fenómeno social capaz de proyectar su liderazgo más allá de esta primaria. Será rostro principal de la lista parlamentaria de su partido y una figura inevitable en cualquier candidatura de izquierda que aspire a ser competitiva en primera vuelta.
Y si su triunfo no es total, no será ni por su campaña ni por los votos de la izquierda. Será por quienes se levanten, con miedo, a votar contra el PC que Jara representa: un partido que, entre otras cosas, abraza la dictadura madurista.
Por Cristián Valdivieso, director de Criteria
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