La anatomía del votante desafectado
En los próximos días daremos a conocer los resultados del Estudio Nacional de Polarizaciones 2025, que realizamos conjuntamente Criteria y 3xi. Una encuesta de 3.000 casos que permite múltiples lecturas, aunque desde ya se evidencia que la polarización política sigue engordando.
El aumento refleja la consolidación de identidades políticas más definidas y, en muchos casos, más enfrentadas. A la vez, un 74% de las personas encuestadas se ubica en el eje izquierda–centro–derecha, un nivel incluso superior al observado tras el estallido social. Esa reafirmación ocurre en medio de un clima político más emocional y con la mayor politización que ha traído el voto obligatorio.
No obstante, persiste un 26% de chilenos que no se sienten representados ni por la izquierda, ni por el centro ni por la derecha. Entre ellos parece encontrarse buena parte de los verdaderos votantes obligados de la elección que tendremos en 15 días más: ciudadanos que concurrirán a las urnas más por deber que por sentirse parte de un ethos político colectivo.
Esa desafección, sin embargo, está lejos de ser apática. Se trata de un grupo con posturas claras respecto de sus preocupaciones cotidianas y también en torno a temas valóricos y sociales.
Los no identificados son eclécticos en sus juicios sobre el rol del Estado, la economía y los valores. Son, además, más porosos y volubles que los segmentos ideologizados frente a las temáticas y urgencias que marcan la agenda.
Asimismo, tienden a coincidir, en el plano actitudinal y valórico, con quienes se identifican con el centro. Ello alimenta la hipótesis de que la identificación con el centro político es hoy una mejor aproximación a quienes se sienten distantes o desafectados de la política partidaria que a los votantes herederos del centro político DC que articuló la política chilena desde los años 60 hasta entrados los 2000.
Sin embargo, en las problemáticas que están marcando con más fuerza la elección presidencial -como orden público, delincuencia y migración-, las posturas de estos votantes no ideologizados tienden a coincidir en mayor medida con las de personas identificadas con la derecha. Un ejemplo de esa cercanía es el bajo nivel de acuerdo con afirmaciones del tipo: “cuando hay mucha injusticia social se justifican las manifestaciones con rayados, barricadas o bloqueos de calles”.
Desde el punto de vista demográfico, es un segmento donde predominan las mujeres; las personas de edad mediana; de ingresos medio bajos y bajos; más de regiones que de Santiago, y más de centros urbanos pequeños que grandes.
Esa es parte de la anatomía de los nuevos votantes que, junto al bolsón de quienes se declaran “centristas”, definirán la inclinación final de la elección. Nuevos votantes que están moviendo los bordes y el modo en que entendemos la representación, y que nos recuerdan que la democracia no se mide solo por cuántos votan, sino por cuánto significado y expectativas conlleva el acto de otorgar o quitar confianza mediante un voto.
Por Cristián Valdivieso, director de Criteria
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