La arriesgada apuesta de Boris Johnson

Con su proyecto para regular la relación con Irlanda del Norte, el primer ministro británico no solo vulneraría un tratado internacional, sino que vuelve a instalar un clima de incertidumbre en torno al Brexit.


“Es un muy buen acuerdo tanto para la Unión Europea como para Reino Unido”, declaró Boris Johnson en octubre del año pasado tras sellar el pacto de salida de su país del bloque comunitario, que había costado más de dos años de negociaciones y obligado a su antecesora a renunciar. Poco después el jefe del gobierno británico fue incluso más allá y calificó como un “triunfo” el arreglo alcanzado, el que sería luego ratificado por el Parlamento de su país. Sin embargo, a menos de doce meses de su entrada en vigor, el primer ministro parece haber cambiado de opinión. La semana pasada presentó un proyecto para regular el mercado interno de Reino Unido, que pone en cuestión uno de los puntos clave del acuerdo, el llamado Protocolo sobre Irlanda del Norte. Éste establece que, para evitar controles fronterizos entre esa región y la República de Irlanda -que contravendría los acuerdos de paz que pusieron fin al conflicto norirlandés en 1998- Irlanda de Norte, si bien será parte del mercado interno británico, seguirá perteneciendo formalmente al espacio comercial de la UE, lo que obligará a fijar controles entre esa zona y Gran Bretaña. Además, el pacto limita los subsidios de Reino Unido a Irlanda del Norte.

Según el primer ministro británico lo anterior pone en riesgo la integridad física de Reino Unido por lo que es necesario corregir las “tensiones” que plantea el acuerdo. Por ello, propone -en la iniciativa, que se encuentra en su primer trámite legislativo- dar a Londres la última palabra sobre eventuales planes de ayuda o subsidios a Irlanda del Norte y evitar las restricciones que, según él, establece el acuerdo para el libre tránsito de productos dentro del mercado interno británico. Más allá de las justificaciones que los planteamientos de Boris Johnson puedan tener, el hecho es que está en la práctica desconociendo los alcances de un tratado internacional vigente y minando los principios que rigen el derecho internacional, del cual Reino Unido fue, en su origen, uno de los principales impulsores. Un paso que no solo recibió una dura respuesta de su contraparte -"la credibilidad internacional de Reino Unido está en juego", dijo el presidente del Consejo Europeo- sino también de todos los ex primeros ministros británicos, tanto conservadores como laboristas, desde Theresa May hasta Tony Blair. E incluso el ex fiscal general de Johnson dijo que el proyecto es “inconcebible”.

A lo anterior se agrega que el proyecto de Boris Johnson revive las dudas sobre el rumbo que tomará un asunto que parecía zanjado; tensiona el clima político interno en Reino Unido, y pone en suspenso las negociaciones sobre el futuro pacto comercial entre Londres y Bruselas, que debería entrar en vigor el 31 de diciembre próximo. Todo ello resulta aún más grave en el actual escenario internacional, porque una salida sin acuerdo traería severas consecuencias económicas para ambas partes, ya golpeadas por los efectos de la pandemia.

Aun cuando no es posible asegurar si la iniciativa logrará superar todos los trámites que tiene por delante -en especial en la Cámara de los Lores, donde cuenta con mayor oposición-, lo cierto es que en los hechos se ha vuelto a instalar un clima de incertidumbre en torno al Brexit que parecía superado.

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