¿La casa de Atria?



SEÑOR DIRECTOR:

Claudio Alvarado en su columna de ayer acusa que la nueva Constitución (NC) no sería democrática, no llega a ser “la casa de todos”, sino “la casa de Atria”. Agrega además que sería “el proyecto constitucional de la nueva izquierda”, lo que, al menos, es un avance. Ya no es calificada de comunista, como cuando la senadora Rincón atribuye el texto a Marcos Barraza.

Un director del Instituto de Estudios de la Sociedad, como Alvarado, debiera saber que la vida y los procesos sociales no se mueven por las ideas de un hombre, por lúcido que este sea. Atria es importante, pero no tanto. Es cierto que el constitucionalista ha calificado desde hace años como tramposa la Constitución de Pinochet-Guzmán, y con bastante razón. Pero esa afirmación no es la que la envió al basurero. Su rechazo es consecuencia de 40 años de abusos y desigualdades, ya que sus amarres han impedido toda transformación en favor de las mayorías, lo que generó la explosión social en octubre de 2019.

Por tanto, la NC no nace con la molestia de Atria por los 30 años de la transición a la democracia, sino es resultado del cansancio de la ciudadanía con políticos complacientes con el régimen de injusticias, junto a una inaceptable concentración del poder económico en pocas manos. Los constitucionalistas, elegidos democráticamente, son solo los representantes de una ciudadanía que quiere cambiar el orden de las cosas y consideran que la Constitución del 80 impide transformaciones en favor de una sociedad con equilibrios económicos, sociales y políticos. La nueva Constitución no es “la casa de Atria”.

Roberto Pizarro Hofer

Economista

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