Opinión

La crisis y la centroizquierda

SEÑOR DIRECTOR

¿Cómo leer el documento “Es tiempo de un acuerdo nacional”, firmado por trescientos líderes de centroizquierda? En primer lugar, como una señal de existencia: la oposición lleva varios años bailando la música del Frente Amplio. Y durante el estallido social, salvo contadas excepciones, se ha confirmado esa tendencia. Que el Chile de la transición –sus motivos, sus lógicas y su legado– sea valorado casi exclusivamente por sectores oficialistas debe ser muy difícil de aceptar para quienes protagonizaron ese período, exitoso en muchos sentidos.

Pero acá no influyen solo razones biográficas. Es la complejidad del momento actual la que mueve a estos actores a reaccionar ante “la estrategia de la confrontación y de la polarización”. Desde luego, la mayor de esas complejidades es la progresiva legitimación de la violencia como método de acción política. Si alguien conoce las nefastas consecuencias de esa dinámica son quienes la vivieron en carne propia; quienes estuvieron dispuestos a reconocer la enfermedad que se incubó desde los años 60 y que, sin embargo, no lograron (¿o no quisieron?) transmitir como lección a sus hijos y nietos.

Para el fallecido Roger Scruton, uno de los mayores defectos de la izquierda –al menos de cierta izquierda– es que “los extremistas son vistos como un ejemplo de compañerismo comprometido”. La vieja Concertación comprendió los problemas de esa mentalidad. Después de todo, quien se toma en serio el estado de derecho y la democracia republicana jamás aplaudirá a la “primera línea”. Por eso, el documento es una buena noticia. Sus firmantes quizá no gozan de la credibilidad de antaño, pero el mensaje es claro: hay una centroizquierda dispuesta a reconocer límites. No es poco en el Chile de hoy.

Claudio Alvarado R.

Director ejecutivo IES



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