La estrategia óptima
En las últimas encuestas hay una pregunta muy interesante: ¿por qué candidato no votaría de ninguna manera, o por qué candidato jamás votaría? En todas ellas el porcentaje de rechazo a Kast es significativamente superior al que se muestra para Evelyn Matthei. Y en algunas es mucho más que significativo. Vean las últimas encuestas Criteria y Pulso Ciudadano y del CEP, para quienes tengan dudas. Pulso Ciudadano le da a Kast un 30,7% de rechazo, y a Evelyn Matthei una cifra casi mínima. Pero en todas, “el neto” es a favor de Matthei.
Para los votantes de derecha esto plantea un dilema, que el famoso matemático y economista John von Neumann caracterizó en sus teorías de “juegos de suma cero” como la solución Minimax (1928). Es la estrategia óptima en que se elige la opción que minimiza la pérdida máxima para los jugadores. Y la elección entre Kast y Matthei plantea exactamente ese dilema: una opción posible, voto por Kast y gana Matthei. Hay una pérdida para el que prefiere a Kast, pero no es muy grande. Y si fueran ambos corriendo solos (muy improbable) si le gana Kast a Matthei, la ganancia tampoco es muy significativa.
Pero corren Kast, Matthei y Jara. Ahí el juego se complica. Dados los porcentajes de rechazo de Kast, y el crecimiento y aceptación de Jara (que probablemente continuará), si vota Kast y sale Jara, la pérdida para el votante de derecha es enorme. Y las probabilidades no ayudan a la opción Kast dado su alto grado de rechazo.
Si vota Matthei -con un muy bajo porcentaje de rechazo- la posibilidad de tener una pérdida irrecuperable con Jara, baja sensiblemente. Si el votante de derecha fuera racional (o sea, no ideológicamente rígido), evitaría con su voto darle más probabilidades de ganar a Jara, que es la máxima pérdida posible. Si gana Matthei, puede que no le guste, pero su pérdida final será pequeña (mal menor, frente a mal máximo). Votar por Kast, con su tremendo porcentaje de rechazo, es tentar al votante indeciso hacia Jara, y exponerse a una solución final del juego, de consecuencias desastrosas. Es el sentido común, de optar por el mal menor (para los partidarios de Kast) a cambio de un mal mucho mayor con la elección de Jara.
A esto se suma la historia: Kast ya perdió -y no por poco- contra Boric, que es un peor candidato que Jara. Perdió por su imagen de “talibán” dogmático, que ahora lo esconde, pero está ahí, vivito y coleando. Luego perdió el segundo plebiscito por la misma razón: clericalismo “talibán” en la vocería de su lugarteniente el “profe” Silva. No estamos hablando de los 90 sino de hace pocos años, en que también se declaró en oposición el ex Presidente Sebastián Piñera (QEPD). En términos de su consistencia, ahora podrá esconder su iniciativa de eliminar al Ministerio de la Mujer, oponerse al aborto en tres causales, y darle la espalda a Piñera en sus horas más negras. Pero como dicen los gringos: “you can run, but you can’t hide”.
Por César Barros, economista
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