La moderación como eje central de la elección presidencial
Hubo un diagnóstico equivocado: confundir las demandas de cambio con los grupos más radicales, y asumir que eran la mayoría. La primera vuelta mostró que no eran mayoritarios, y que la moderación sigue presente. Los candidatos así lo están comprendiendo.

Conocidos los resultados de la primera vuelta presidencial, era evidente que los candidatos vencedores, Gabriel Boric y José Antonio Kast, tendrían que salir a la conquista de los votos del centro político. Por ende, no ha sido extraño ver cómo ambos han realizado un gran esfuerzo en ese sentido para sacarse el estigma de ser de extrema izquierda o extrema derecha, según sea el caso.
Ahora bien, todo esto puede ser visto como una simple estrategia electoral -en parte es así-, pero también es cierto que ambos candidatos se están enfrentando a un fenómeno que ha tomado por sorpresa a todos: en Chile está volviendo a primar la moderación. Atrás van quedando las justificaciones a granel a la violencia, las medidas disruptivas y el desorden, que en muchos planos se vienen arrastrando desde el estallido social. Los chilenos, en su mayoría, no están premiando aquello y esto significa que tanto Kast como Boric tendrán que prescindir de sus propuestas más radicales no solo para la campaña, sino también en la eventualidad de ser gobierno. Claramente el ambiente no está para aventuras.
Si ahora toma por sorpresa el “giro” a la moderación, es sobre todo por un error de diagnóstico. Los duros episodios de violencia por los que atravesó el país tras el estallido social, así como el inusitado protagonismo que fueron adquiriendo sobre todo los sectores de extrema izquierda, llevaron a asumir que la mayoría de la sociedad chilena había experimentado una manifiesta transformación, proclive a los cambios radicales e incluso dispuesta a validar la violencia. Por eso es que, a partir de los resultados de la primera vuelta presidencial, muchos creyeron ver allí un inesperado “giro” hacia la moderación, pero una lectura más atenta debería llevarnos a concluir que en realidad el cuadro es distinto: no hay propiamente un giro, porque la sociedad en su mayoría nunca abandonó la moderación. El error estuvo en que muchos confundieron el anhelo de cambios con la visión radical de algunos, lo que dio la impresión de que representaban una mayoría, pero que las urnas desmintieron.
Hay una serie de acontecimientos ocurridos en el último tiempo que ayudan a explicar por qué la moderación volvió a retomar su lugar. Los analistas coinciden en que lo sucedido el pasado 18 de octubre -cuando se conmemoró un nuevo aniversario del estallido social- fue un punto de inflexión. Los desórdenes, saqueos y destrucción que se produjeron ese día parecen haber sido un detonante para que la gente reforzara su condena a este tipo de actos.
Un segundo fenómeno que comenzó a impactar fue la situación económica. La alta inflación está afectando seriamente los presupuestos familiares tanto por el lado del consumo como por el impacto en las deudas en UF. El aumento de las tasas de interés, por su parte, encareció el crédito y los retiros de fondos restringieron el mercado hipotecario, no solo por las altas tasas, sino también por los plazos, al desaparecer los créditos a 30 años. El precio del dólar se disparó y la salida de capitales también. En este escenario, la ciudadanía comprendió que no era tiempo para agregar más incertidumbre a la mesa y comenzó a tomar fuerza la noción de que los cambios -el titular de los últimos años- se debían hacer con moderación y en forma ordenada.
Reveladora en este sentido es la encuesta que la UDP y Feedback realizaron a jóvenes entre 18 y 29 años hace unas semanas, cuyos resultados fueron publicados por este medio. Una de las principales conclusiones que sacaron los autores, y que fue una sorpresa, es que solo un tercio de los encuestados tiene una posición radical frente a los cambios; la mayoría, por el contrario, si bien los apoya, pide también estabilidad, orden y respeto a las normas. Es decir, la idea de que los jóvenes están dispuestos a quemar todos los puentes para llegar al destino no está presente en las conclusiones del estudio. También es interesante tomar nota de la sintonía que, según el estudio, muestra este segmento con el sistema de libre mercado frente a uno de mayor regulación por el Estado, opción que despierta escasa adhesión. Es decir, los resultados de la encuesta lo que finalmente muestran es que afloró el Chile de siempre, y que las propuestas del futuro gobierno deberán ir en sintonía con ello y no con los grupos más vociferantes.
Es así como los candidatos se han visto obligados a reaccionar en una carrera contra el tiempo, intentando corregir sus programas y estrategias. En el caso de Boric, esto se ha reflejado en el acento que ahora pone en sus políticas de seguridad y combate al narcotráfico, al tiempo que Kast ha moderado sus propuestas valóricas. Y los dos han tenido que cuadrar las cifras de sus programas económicos, debido a que ambos estaban fuera de las proyecciones y las capacidades de la economía chilena. En esto quedan muchas lagunas, ya que ahora más que programas tenemos una serie de propuestas, muchas de las cuales son muy incompletas y difíciles de evaluar. Pero que hay señales de moderación, las hay.
Junto con el anhelo ciudadano por mayor estabilidad, cualquiera que sea Presidente se encontrará con un Congreso mucho más equilibrado en sus fuerzas políticas -otro signo de que a pesar de todo la moderación seguía subyacente-, lo que necesariamente significará grandes negociaciones y en eso los enfoques maximalistas difícilmente podrán llegar a puerto. La propia Convención Constitucional también tendrá que tomar en cuenta esta realidad. El abrumador triunfo del Apruebo y la posterior elección de constituyentes -donde adquirieron protagonismo grupos más extremos- indujeron a creer que la mayoría favorecía cambios radicales, pero según como han ido decantando las cosas, queda más claro que si bien la ciudadanía no ha renunciado a las reformas, también busca que se hagan con moderación.
En suma, todo indica que la moderación será el ritmo que acompañará el próximo gobierno, algo que de seguro ha sorprendido al mundo político.
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