La verdadera derrota de la nueva izquierda
La mayor derrota que sufrirá el oficialismo mañana no será la de Jeannette Jara. Será la de la nueva izquierda que llegó al poder convencida de encarnar a un pueblo que terminó perdiendo. La derrota electoral puede ser solo un episodio, pero la que realmente importa es la derrota social. Para esta izquierda, que se mira a sí misma como la voz de “el pueblo”, el post 14 debería convertirse en un aprendizaje tan duro como inevitable.
Se podrá alegar que el avance de las nuevas derechas es un fenómeno global -y hay algo de eso-, pero la explicación internacional no alcanza para tapar lo que ocurre aquí mismo. Bajo el gobierno de Boric, la izquierda ha perdido el voto popular. Ese mismo pueblo al que el Presidente invoca en cada discurso y que, sin embargo, se fue descolgando rápidamente de su proyecto.
Un análisis realizado en Criteria mostró que, en primera vuelta, los grupos de menores ingresos -personas que viven con menos de 700.000 pesos al mes- optaron por Kast, Parisi o Kaiser antes que por Jara. A la inversa, la votación de Jara sube con fuerza en sectores de mayor capital cultural.
La nueva izquierda encarnada por Boric llegó a La Moneda más preocupada de las formas que del fondo y más enfocada en lo simbólico que en lo terrenal. Entró al gobierno sobreexcitada con las causas posmateriales y con la idea de enterrar el neoliberalismo para parir quién sabe qué, pero sin claridad sobre cómo hacerse cargo de las urgencias cotidianas de la mayoría. Privilegió la labia antes que la calle y la retórica del lenguaje inclusivo o de los baños con perspectiva de género antes que la pega concreta en las poblaciones.
En ese tránsito se olvidó de la pobreza mientras abrazaba una estética abajista: ganas de vivir lejos de los ricos, pero no con los pobres. Tarde se interesó por priorizar el crecimiento económico, empujar la actividad empresarial y el emprendimiento, y nunca terminó de entender el profundo valor que tiene para el pueblo el vértigo de la movilidad social.
Ese abajismo terminó enajenando justamente a quienes decía representar y convirtió al pueblo en un grupo cansado de un liberalismo progre-identitario que intentó hablar en su nombre sin escucharlo.
Es innegable que en el camino han aprendido, pero hay un sello de origen que les será complejo de borrar. Por eso, la mayor derrota de este domingo no será la de Jara, quien entiende mejor que el frenteamplismo el desafío de apostar por una izquierda más socialdemócrata que identitaria y más popular que elitista.
La verdadera derrota será la de una nueva izquierda que perdió el voto de quienes menos tienen y se lo entregó a un candidato de derecha a secas: un próximo presidente que votó por el Sí a Pinochet y que se convertirá en el más votado de la historia, con el mejor resultado presidencial para la derecha en más de un siglo.
Es duro decirlo, y más duro será para la nueva izquierda procesarlo. Pero mientras más duela la derrota y más honesta sea la reflexión, mayor será el aprendizaje.
Por Cristián Valdivieso, director de Criteria
Lo último
Lo más leído
Plan digital + LT Beneficios por 3 meses
Infórmate para la segunda vuelta y usa tus beneficios 🗳️$3.990/mes SUSCRÍBETE