Le juro que 12 x 5 es 60



SEÑOR DIRECTOR:

Preocupante el escándalo que suscitó la decisión de ciertos empresarios de aplicar la reducción de jornada en cinco bloques de 12 minutos en vez de uno de 60.

No tanto porque el artículo transitorio señale exactamente esa fórmula para casos en que no hay acuerdo. El problema de fondo es la supervigilancia desmedida hacia lo que deben ser arreglos libres entre agentes económicos. Quizás usted prefiera distribuir esos 60 minutos en un bloque único en lugar de cinco; perfecto, pero ¿en virtud de qué podría asegurar que esa preferencia personalísima es la que debe aplicarse a rajatabla en todos los demás? Incluso si le parece que 12 minutos es un lapso despreciable (aun cuando 12 x 5 sigue siendo 60) considere que esta ley es de aplicación gradual y el próximo año serán 24 ¿De verdad va a asegurar sin evidencia de por medio que la inmensa mayoría prefiere dos días una hora que 24 minutos todos los días? ¿O 36 el año entrante? Para algunos eso podría ser la diferencia entre alcanzar a ver sus hijos todos los días antes de que se duerman a verlos solo tres. Si bien no sabemos la proporción podemos estar seguros de que algunos preferirán la aplicación distribuida y otros la concentrada.

“Es que los agentes no son realmente libres”, podrá argüir usted, “el empleador ejerce un poder desmedido”. Es verdad que la negociación es asimétrica, pero eso no justifica imponer desde arriba una fórmula única, porque desconocemos el detalle de las preferencias. A los empleadores que sí escuchan a sus trabajadores (que no son todos, pero sí muchos) le negamos de antemano la opción de buscar la fórmula que mejor se adapta a su caso.

En una sociedad diversa hay preferencias de todo tipo y trabajos de lo más variopintos. La regulación debe otorgar la flexibilidad necesaria para que cada cual acuerde libremente lo que más convenga a cada caso.

Joaquín Barañao

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