Lecciones del Premio Nobel 2025
Cada vez hay más conciencia de que el crecimiento económico es el motor fundamental para lograr el progreso de las personas. Pero el problema radica en que, más allá de las buenas intenciones, no hay la suficiente claridad respecto de cuáles son las condiciones fundamentales requeridas para que se produzca el tan anhelado crecimiento económico. Los argumentos tenidos en cuenta este año por el comité que asigna el Premio Nobel de Economía entregan luces muy claras sobre el tema: se decidió entregar este galardón a tres destacados economistas (Mokyr, Aghion y Hewitt) “por haber explicado el crecimiento económico impulsado por la innovación”. El primero de ellos ha destacado por explicar las condiciones institucionales y culturales requeridas para que el progreso tecnológico se traduzca en un crecimiento sostenido, y los segundos destacan por haber desarrollado en profundidad el concepto de “destrucción creativa”, mediante el cual la competencia permite que nuevos emprendedores “desafíen” a los actores tradicionales en los distintos mercados, introduciendo así nuevos productos que incorporan nuevas tecnologías, y sacando del mercado a quienes ofrecen bienes que van quedando obsoletos. Estas innovaciones se traducen en mayor productividad, lo cual permite mantener el crecimiento en forma sostenida.
¿Y cuáles son las condiciones requeridas para que tenga lugar este proceso de “destrucción creativa”? Destaco aquí cuatro, y reservo para el final una quinta: i) protección de los derechos de propiedad para que quienes se arriesguen a innovar puedan apropiarse de las rentas obtenidas como retribución a su inversión; ii) un Estado facilitador que se preocupe de generar las condiciones para profundizar la competencia permitiendo la libre entrada de nuevos emprendedores a los distintos mercados, y no ahogarlos con una carga regulatoria excesiva; iii) integración comercial con el resto del mundo para aumentar el tamaño de los mercados y para incentivar la creación y adaptación de nuevas tecnologías; y iv) un sistema tributario que no desincentive la innovación imponiendo una carga impositiva que hace perder competitividad frente a otros países.
Y una quinta condición que merece destacarse es la referida a la necesidad de contar con capital humano. Al hablar de innovación y de productividad, la primera idea que se viene a la cabeza sería la necesidad de fortalecer la formación de capital humano avanzado. Cierto, pero aunque parezca contraintuitivo la prioridad debe estar en la otra punta: los trabajos de Aghion muestran que la clave radica en fortalecer la educación en las etapas más tempranas, mejorando su calidad y haciéndola más inclusiva, lo cual va a permitir que un mayor número de personas talentosas puedan convertirse en innovadores. A diferencia de las primeras cuatro condiciones en que se notan esfuerzos por avanzar, en el tema de la educación Chile sigue avanzando en la dirección equivocada.
Por Hernán Cheyre, Centro de Investigación Empresa y Sociedad, UDD
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