Los costos de no aprobar el TPP11

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Seguir dilatando la aprobación de este acuerdo representa un alto costo para el país, en especial cuando se requiere contar con todas las herramientas disponibles para potenciar el crecimiento económico a largo plazo.



A casi dos años y medio de que la Cámara de Diputadas y Diputados despachara al Senado el proyecto para la incorporación de Chile al TPP11, la iniciativa sigue congelada en la Cámara Alta. Incluso a fines de agosto pasado la nueva presidenta de esa corporación, Ximena Rincón, decidió no ponerlo en tabla, argumentando que “no es un tema urgente” y que el Senado tiene una nutrida agenda legislativa que incluye varios “proyectos importantes”. En momentos en que el país comienza a salir de la pandemia y enfrenta un complejo escenario futuro, donde será clave poner en el centro de las prioridades el crecimiento económico, resulta a lo menos contradictorio sugerir que el acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica no es un asunto prioritario en la agenda legislativa.

El TPP11, en cuya negociación fue clave el rol de Chile luego de que el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, decidiera sacar a su país del acuerdo, ya ha sido aprobado por ocho de los 11 países firmantes. El último en hacerlo fue Perú, en julio pasado. Y mientras Chile, Brunei y Malasia están pendientes de su ratificación, otros países han expresado su interés en sumarse al pacto, entre ellos Reino Unido, que se incorporaría el próximo año, y China, que a mediados de septiembre presentó formalmente su solicitud de incorporación. Más contradictorio aún es que un país como Nueva Zelandia -destacado como referente por amplios sectores que hoy se oponen al TPP11-, fue de los primeros en aprobar la iniciativa y hoy valora sus beneficios.

El hecho de que el debate se haya contaminado de consideraciones ideológicas ha impedido avanzar en una discusión abierta sobre los beneficios de la incorporación del país a ese bloque comercial. Si bien Chile tiene acuerdos comerciales con todos los países miembros del TPP11, el pacto amplía las preferencias arancelarias a cerca de 3 mil productos de exportación. Además, varios de los cuestionamientos que se han hecho, en especial en lo referente a propiedad intelectual y medicamentos, quedaron sin efecto tras el retiro de Estados Unidos. Y, pese a lo que sostienen sus críticos, los países que ya han ratificado el acuerdo, como Canadá, Australia, Nueva Zelandia o Japón no han visto limitadas sus facultades para regular la inversión extranjera tras la aprobación del acuerdo.

La estrategia de apertura de mercados está en la base del crecimiento económico de Chile en las últimas décadas. Por ello, no avanzar en la aprobación del TPP11 no solo le impediría al país beneficiarse de un mercado de 500 millones de personas, sino que limitaría sus herramientas para potenciar la urgente recuperación de la economía chilena tras los devastadores efectos de la pandemia. Y Chile dejaría de incrementar sus exportaciones en US$ 6 mil millones al año si no se suma al pacto, según un reciente estudio. Es cierto que el país vive un periodo de cambios y se encuentra en proceso de elaborar una nueva Constitución, pero ello no puede ser excusa para dilatar el debate y la aprobación de una iniciativa cuyas ventajas han quedado en evidencia en los países que ya la han ratificado.

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