Luces y sombras de la estrategia nacional del litio

Si bien el resultado final abre espacios para la explotación privada de los salares, el reservar los más rentables para el control estatal y la demora del proceso hacen incierto su resultado.



Finalmente, el gobierno dio a conocer esta semana la política nacional del litio, algo que había sido anunciado por el Presidente Gabriel Boric en abril del año pasado. En ese entonces, el proyecto consideraba lo que muchos llamaron una verdadera nacionalización del litio, dado que su explotación quedaba en la práctica en manos del Estado, para lo cual se planteaba crear una empresa nacional del litio.

Las críticas a la iniciativa, y la complejidad de algunas materias, llevaron a que el proyecto presentado, si bien mantiene una fuerte injerencia del Estado, también dejó espacio al sector privado. Además, se desestimó la creación de la Empresa Nacional del Litio, dejando que tanto Codelco como la Enami puedan asumir ese rol, lo que si bien no es ideal, es bastante más razonable.

En concreto, la propuesta habla de que de los 69 sistemas salinos que actualmente están identificados, 28 fueron seleccionados para crear un sistema de salares protegidos, es decir, donde no se permitirá la explotación, lo que equivale al 30%. Esto es un cambio importante, porque en la actualidad menos del 8% ostenta esa condición.

Por otra parte, el Estado restringió a dos los salares considerados estratégicos -Atacama y Maricunga-, donde se establece que cualquier desarrollo debe ser mayoritariamente estatal. En esto, ya han existido algunos avances. En el de Atacama, Codelco firmó un memorándum de entendimiento con SQM para la continuidad y aumento en la producción, el cual asegura la participación mayoritaria de la estatal. El citado acuerdo, que tenía previsto firmarse este mes, ha sido dilatado hasta mayo y hoy enfrenta objeciones de la empresa china Tianqui, que posee el 22% de SQM, una disputa que todavía está en sus primeras etapas, pero que puede terminar por judicializar el proceso, lo que significa un grado de incertidumbre no menor respecto de la futura alianza privado-estatal. Dado que este aspecto es fundamental dentro de toda la estrategia del litio del actual gobierno, un revés significaría un problema no menor.

En el salar de Maricunga, por su parte, Codelco ha consolidado su posición con la adquisición del proyecto salar Blanco y prontamente se iniciará un proceso de consulta indígena. La Enami, en tanto, se encuentra avanzando con el proyecto Salares Alto Andinos, con una campaña de sondajes y próximamente iniciará el proceso de búsqueda de socios. Estos tres proyectos, junto al salar de Pedernales, constituyen aproximadamente el 49% de superficie de los salares del país y son los de mayor potencial productivo.

Para el resto de los salares, el gobierno anunció que en abril realizará un llamado a inversionistas nacionales y extranjeros a presentar su interés (Request for Information) para explorar y explotar yacimientos, proceso que se extenderá por 60 días. Los resultados de la citada convocatoria se darán a conocer en julio.

Varias cosas se pueden decir del anuncio del gobierno. Lo primero es que no ha sido inocuo el pretender participar como accionista mayoritario de los proyectos considerados estratégicos. Con SQM los resultados todavía son inciertos y nada permite asegurar que los casos que vienen puedan ser distintos. Esto es especialmente aplicable a la Enami que, por su precaria situación financiera, lo hace un socio poco atractivo. No hay que olvidar que para que el Estado participe de los beneficios del litio, tener propiedad no es un requisito. Basta participar de los resultados, como sucede con el royalty no solo en este sector, sino que en la minería en general.

Por otra parte, el reservar los salares más rentables para la participación estatal no es la mejor medida para atraer inversionistas privados.

Lo que sí es claro es que en todo este proceso, el tiempo no ha pasado en vano. Durante el último año, el precio del metal ha caído en 80%, tanto por la entrada de proyectos nuevos, como por la baja en la demanda de vehículos eléctricos. Esta sobreoferta ha significado que muchas empresas del sector estén restringiendo sus inversiones y otras estén operando al límite de la rentabilidad. En ese sentido, la excesiva dilación lleva a que este no sea el mejor momento para salir a licitar salares, aunque se entiende que las empresas miran en estos casos horizontes más largo de tiempo.

Siempre se dijo que, en el caso del litio, había que aprovechar la ventana de oportunidad que existía en el mercado con una demanda vigorosa y una oferta escasa. Hoy esa ventana no existe, y si bien la demanda se puede reactivar a futuro, es probable que para ese momento la oferta esté muy consolidada con todos los proyectos nuevos que han entrado y los que están en carpeta para los próximos años.

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