Matthei necesita recuperar su autenticidad
Lo que pasa con Evelyn Matthei es paradójico. Es la candidata de mayor experiencia, ha estado en la primera línea política desde el regreso de la democracia, ha sido candidata presidencial, diputada y senadora en distintas regiones, fue alcaldesa en una comuna competitiva como Providencia. Su trayectoria no debiera dejar duda respecto de quién es y qué piensa. Sin embargo, entre los candidatos a los que las encuestas dan alguna relevancia, ella parece la más indescifrable. Su dilema está en la intersección entre sus convicciones y las que, ella o su equipo, estima que son las ideas que ganarán la elección o, más precisamente, la primera vuelta. Piensa, quizás, que los votantes ya saben lo que quieren escuchar o que Chile ha virado a la derecha. Si esto fuera cierto no hay mucho que pensar: Matthei debería “bukelizarse”, no hablar de otra cosa que no sean cárceles y presos, y volver a ser nítidamente de derecha, como en los 90. Ese es un error por varios motivos.
Matthei no está en el primer lugar de las encuestas (junto a Kast según algunas) por lo que ha hecho como candidata sino por su trayectoria y, especialmente, por la evolución que ha mostrado como figura política, transitando desde una posición rígida en la derecha hacia una más liberal, más potable para la mayoría de electores des ideologizados. Ha tenido el mérito de lograr esto sin perder su gran atributo, que es ser una mujer determinada, confiable en tiempos difíciles como los actuales, pero capaz de reírse, de abrazar públicamente a un ministro comunista (lo hizo con Cataldo) o una alcaldesa frenteamplista (como Emilia Ríos) sin perder identidad. Se podría argumentar que los atributos que ponen a un candidato en carrera no siempre son los que lo hacen ganar, que el contexto cambia y que en este caso Matthei está amenazada por su derecha, lo que haría necesario recordar al electorado que esa es la tribu a la que pertenece. Pero hay pocas señales que indiquen que esa es su mejor alternativa. Chile no viró a la izquierda en octubre del 2019 ni a la derecha recientemente. Nuestra sociedad sí ha estado disponible para buscar nuevas respuestas a su frustración, pero el 65% de las personas de define sin posición política o de centro (CEP), que en la práctica son independientes con algún interés en los asuntos públicos.
La idea de ir a competir por los votos de derecha revela un peligroso apego a las estrategias propias de los tiempos del voto voluntario, cuando los nichos politizados pesaban mucho. Matthei no debiera desatender la señal de la última elección de gobiernos regionales y municipales en que, en un contexto similar al actual, el electorado tendió a preferir candidatos moderados. La candidata de Chile Vamos no necesita mimetizarse con los que están a su derecha para afirmar su liderazgo. Si lo hace, arriesga perder el capital edificado en toda una carrera política, que hoy la sigue teniendo con la mejor opción de ganar. Su real desafío recuperar la autenticidad.
Por Rafael Sousa, socio en ICC Crisis y profesor de la Facultad de Comunicación y Letras UDP
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