Medidas para paliar efectos de la inflación

Resulta fundamental que el gobierno acuerde con las distintas fuerzas políticas los límites en que se darán ayudas de este tipo, para evitar caer en la irresponsable espiral política del “quién da más”.



La batería de medidas que este lunes anunció el gobierno para ir en ayuda de los hogares de menores recursos a fin de paliar los efectos de la escalada inflacionaria -entre otras medidas se contempla la extensión del IFE laboral, un bono de $120 mil y la ampliación del posnatal de emergencia- llega en un momento particularmente complejo para la economía.

Desde luego, son muchas las familias que hoy deben lidiar con alzas de precios que han minado su poder adquisitivo, lo que ha devenido en un detrimento del bienestar general. En paralelo, la economía se encuentra atravesando por un complejo momento, cuando la inflación acumulada en doce meses se empina sobre el 12%, el dólar ya ha tocado la “barrera” de los mil pesos y el empleo comienza a dar señales de debilitamiento.

El paquete de ayudas tendrá un costo fiscal del orden de US$ 1.200 millones, según adelantó el ministro de Hacienda, buena parte de los cuales corresponderá al “bono de invierno”, que beneficiaría a más de siete millones de personas. El gobierno indicó que las ayudas serán financiadas con cargo a la operación renta, que exhibió un mejor rendimiento a lo esperado, lo que sugiere que se ha tenido a la vista el principio de la responsabilidad fiscal.

Con todo, y aun cuando el costo fiscal de este paquete representa una fracción pequeña del PIB, no podría ignorarse que esta inyección de recursos no resulta inocua para una economía que ya está sobrecalentada, y que por lo tanto deja un margen muy acotado para ampliar medidas de esta naturaleza. El Banco Central se apresta de hecho a iniciar su reunión de política monetaria, siendo previsible que mientras más recursos sigan ingresando a la economía -algo que tendrá un esperable impacto en la inflación-, la tarea de relajar la tasa de interés de referencia se torna mucho más compleja, considerando el alto nivel en que ya se encuentra. La intervención “verbal” que llevó a cabo hacia el final de la jornada del lunes -no descartando que deba adoptar medidas- es nítido reflejo del delicado momento que vive la economía.

Las distintas fuerzas políticas en general han recibido bien estas medidas, pero como era previsible, distintos sectores han hecho ver que los montos comprometidos siguen siendo insuficientes; incluso hay parlamentarios que siguen presionando para que se establezca un IFE universal, o bien extender la cobertura del bono. También se han dejado sentir voces que creen advertir en la entrega de bonos un disimulado intento por generar algún efecto electoral de cara al próximo plebiscito constitucional.

Aun cuando el Ministerio de Hacienda ha explicado que la entrega de este bono será por una sola vez, es un hecho que el clima electoral en que ha entrado el país hará que las presiones para aumentar el gasto se incrementen, por lo que será un reto importante para la política fiscal asegurar que ello no ocurra, aspecto clave para no seguir ahondando la percepción de incertidumbre que en parte es lo que ha llevado el dólar a niveles inéditos.

En ese orden de cosas, resulta fundamental que Hacienda acuerde con las distintas fuerzas políticas cuáles serán los límites y condiciones para la entrega de futuras ayudas que se puedan requerir a futuro; sin mediar este pacto fiscal, hay un riesgo inminente de entrar en una nefasta espiral de “quién da más”, donde cada fuerza política pugnará por aparecer como la más dadivosa frente a la ciudadanía. Esta irresponsable actitud ya ocurrió con los retiros desde la AFP, por lo que deben cerrarse espacios para que visiones así minen las bases macroeconómicas.

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