Notas: ¿Números o letras?

SEÑOR DIRECTOR
La evaluación es consustancial a los procesos de enseñanza y aprendizaje. Notas (calificaciones numéricas) se aplican en Europa desde el siglo XIII. La Ratio Studiorum de los jesuitas, de 1599, estipula que existirá un catálogo en cada establecimiento que "distinga el mayor número posible de grados de los alumnos, a saber, los mejores, los buenos, los medianos, los dudosos, los que deben continuar y los que han de rechazarse: estas notas podrán indicarse con los números 1, 2, 3, 4, 5 y 6". En breve, los exámenes, notas y grados forman parte de la "gramática de la escuela".
Durante los últimos siglos se ha discutido apasionadamente sobre las ventajas y desventajas de las diferentes formas de comunicar los resultados de las evaluaciones. En Chile vuelve a encenderse esta discusión con una propuesta parlamentaria de suprimir por ley las notas numéricas en los cuatro primeros años de la educación básica.
No se menciona, sin embargo, que esta iniciativa ya fue ensayada en 1981, para complementar la reforma neoliberal del año anterior, que procuró flexibilizar planes y programas en plena dictadura. De hecho, el decreto exento 133 de septiembre de 1981 señala que: "alumnos de 1º a 4º año de Educación General Básica serán calificados semestralmente en cada una de las asignaturas del Plan de Estudio vigente, de acuerdo con la siguiente escala: muy bueno (MB), bueno (B), suficiente (S), e insuficiente (I)". En concreto, todo cambiaba para no cambiar nada; el efecto Gatopardo.
Lo lógico es dejar esta decisión a los colegios y cuidar que alumnos y familias reciban retroalimentación. Además, garantizar que el sistema entregue información comparable a los padres, sobre todo ahora que el nuevo sistema de admisión busca ampliar su libertad de elegir.
José Joaquín Brunner
Académico UDP y exministro
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