“Nuestros niños”



SEÑOR DIRECTOR:

Salió un instructivo de la Subsecretaría de la Niñez dando varias indicaciones referidas a cómo hablar de los niños. Dice, no digas “nuestros niños”, pues ellos no son propiedad de los adultos.

Ontológicamente, las personas necesitamos “pertenecer”, a una familia a una comunidad, a una nación, y los niños en su calidad de personas en desarrollo, aún más. Entre las razones de las graves consecuencias emocionales que sufren los niños institucionalizados, incluso en aquellas de alta calidad material, precisamente está ese “no ser” de nadie. Si hablamos de derechos, es derecho de los menores el que alguien se responsabilice por ellos (cada adulto en el ámbito que le corresponda) y esa responsabilidad también se manifiesta en el lenguaje.

Otra realidad que expresan esos adjetivos posesivos es la necesidad de vínculo entre las personas que se manifiesta en las palabras mi, nuestro, tu. Cuando dos padres presentan a su hijo dicen este es “nuestro hijo” y esa es la frase que define esa profunda relación afectiva.

Un alumno no habla de “el profesor”, dice mi profesor, un paciente habla de “el doctor” hasta que en un punto se convierte en su médico, hablamos de nuestros amigos, mis hermanos, mi señora, mi marido, no porque sean de nuestra propiedad, sino porque así expresamos los vínculos que nos unen.

Así es que, a las personas que nos están indicando cómo debemos hablar, le digo que no, yo no hablaré de los estudiantes, hablaré de mis alumnos, pues es una forma cariñosa de expresar que me debo a ellos.

María Luisa Ochoa C.

Profesora

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