El origen de la violencia
SEÑOR DIRECTOR
Los niveles de violencia que se han observado en nuestro país no son casualidad. Muchos venimos advirtiendo hace tiempo el peligroso ambiente que reina en distintos establecimientos educacionales, caracterizado por la violencia y la intolerancia. ¿No es lo que hemos visto en las calles un reflejo de aquello?
Resulta paradójico y alarmante que en las instituciones donde debiese imperar la reflexión, el diálogo y las propuestas, ocurra todo lo contrario. La normalización de la violencia inicia en salas y patios, actualmente dominados por funas, tomas y en algunos casos hasta por bombas molotov. Esto empeora al observarse que los espacios "democráticos" están capturados por minorías vociferantes que llevan años utilizando el miedo, los insultos y las agresiones para monopolizar la discusión, silenciando a aquellos que piensan distinto.
Hoy, frente a lo que ocurre en Chile, los jóvenes debemos estar a la altura. Es nuestra responsabilidad ser parte de la solución, y no del problema. Urge que tomemos un rol protagonista, participando del debate y aportando para reconstruir el país y su tejido social. Pero ningún debate podrá ser llevado a cabo si no está enmarcado en un ambiente de tolerancia y respeto.
Nuestras salas de clases deben ser lugares inclusivos, no exclusivos. Las universidades deben volver a ser el espacio donde, por excelencia, puedan dialogar opiniones diversas y desde donde se piense el futuro de Chile por sobre las barreras ideológicas.
Crear un Chile más justo y empático, del cual todos nos sintamos parte, depende en gran medida de nosotros. No le exijamos a otros construir lo que nosotros no hemos sido capaces de resguardar.
Camila Martínez M.
Coordinadora Nacional "Movamos"
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