Opinión

¿Para qué sirve TVN?

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TVN es el canal de todos los chilenos. Ahí nos encontramos. Ahí nos reflejamos. O esa es la idea. Quizás en el matinal, cuando los panelistas le hacen una broma a Nacho Gutiérrez en medio de una pijamada en la casa de Gino Costa (si no sabe quiénes son estos personajes, no se preocupe porque yo tampoco). O quizás cuando Tere Abumohor y Nathaly Pinheiro (¿?) nos muestren sus aventuras en el Amazonas.

¿Será acaso en el noticiero? Seguro que ahí el canal público marca la diferencia, con información relevante, sin exagerar en los hechos de violencia, con una pauta que no cae en los estereotipos del día del niño o de los panoramas para vacaciones de invierno o en las decenas de horas dedicadas a los copucheos del fútbol.

No pida imposibles, nos dirán. Pinochet dejó el devenir del canal en manos del cruel mercado y a sus pobres administradores no les ha quedado más alternativa que competir de igual a igual llevando a la pantalla las mismas leseras que el resto de las estaciones televisivas. Y peor aún, sin un bolsillo gordo, como el de Luksic, dispuesto a financiar cuando las programaciones fracasan o la publicidad escasea.

Pero no es tan cierto. Primero, porque no tuvieron que cargar con ninguna inversión inicial. Segundo, porque la programación es mala y le ha ido peor. Tercero, porque se gastaron plata en suculentos sueldos, en un edificio que les salió mucho más caro de lo presupuestado (ni hablar del tamaño de la oficina del director ejecutivo) y en rostros que no reditúan. Cuarto, porque es el nido que cobija al pituto político, incluyendo al señor de las facturas truchas que ahora lo comanda.

Entonces, como el concepto del canal de todos los chilenos no resulta, a nuestros brillantes parlamentarios se les ocurre que sería bueno contar con una segunda señal: una cultural, como le llaman. Así tendremos dos monstruos por financiar: la porquería de TVN actual y esta segunda señal que, de seguro, tampoco funcionará.

Yo me inclino por una tercera opción. O se vende TVN y lo administra quien quiera o usamos la plata de los contribuyentes para tener algo que, de verdad, marque una diferencia.

Es cierto que queremos un canal que no viva (especialmente su administración) de nuestros impuestos, pero tampoco necesitamos que gane millones. O sea, que se mantenga y eso se puede hacer con mejores contenidos y menores gastos.

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