SEÑOR DIRECTOR

Todos los países democráticos del mundo garantizan a sus expresidentes una pensión honorable. El caso más emblemático es el de EE.UU., donde se les entrega  de por vida una buena renta y  beneficios como oficinas, secretarias, seguridad y viajes al exterior, y  se le otorga una suculenta suma para construir una biblioteca que archive los hechos importantes de su Administración. Al compararnos con esa realidad se me podrá responder, con razón, que aquel es un país rico. Ante  dicha objeción resulta inexplicable entonces que los parlamentarios aquí tengan una dieta superior a sus colegas americanos.

Se ha anunciado por diputados de la UDI que presentarán un proyecto que busque terminar con el sistema de jubilación que existe en el país para los expresidentes, lo que es absurdo, inconveniente e injustificable.  Los dos expresidentes que viven en Chile ejercen importantes funciones institucionales y para evitar acusaciones de tráfico de influencia todas son ad honorem. Adicionalmente, con altura de miras ambos han estado a disposición del Presidente Piñera cuando han sido requeridos. Además, su ocasional presencia en foros internacionales de alto nivel beneficia a Chile. El supuesto ahorro que se podría generar eliminando el sistema actual es la nada misma en el presupuesto nacional. La iniciativa en comento solo demuestra una odiosidad incompresible y ayuda a crear más diferencias y dificultades entre los sectores políticos.

Demetrio Infante