Si quiebran las Isapres



SEÑOR DIRECTOR:

Hay empresas que, por la naturaleza de su giro, no deben quebrar. Por ejemplo, los bancos. La quiebra de uno o más de ellos con toda seguridad generaría una corrida bancaria, lo que finalmente llevaría a la quiebra de más bancos. Por eso es que no quiebran, lo que no quiere decir que sus dueños no estén expuestos a perder todo o parte del capital invertido. Y es razonable que así sea. Solo la posibilidad de pérdidas justifica moralmente la existencia de utilidades.

Los economistas llaman externalidades a los efectos o impactos que una decisión tiene sobre terceros. Si quebraran las Isapres, se generarían al menos dos externalidades importantes, por lo que es necesario imaginar maneras para que no quiebren, aunque sus dueños puedan eventualmente perder parte o todo su capital. Una primera externalidad es la indefensión en que quedarían las personas afiliadas con enfermedades crónicas o una alta posibilidad de enfermar debido a su edad. Ninguna otra compañía de seguros de salud las recibiría como clientes a un precio razonable. Y si finalmente las recibe Fonasa a precios razonables, el gasto público en salud aumentaría con fuerza y la calidad de la atención bajaría. Las listas de espera demuestran esta evidente realidad. La otra externalidad de la eventual quiebra de las Isapres es que estas son deudoras de las clínicas privadas por los servicios a sus afiliados. Con seguridad, algunas clínicas quebrarían si las Isapres no pagan esas deudas, lo que afectaría a afiliados a Isapres y a los de Fonasa Libre Elección.

Este es un tema serio y con efectos impredecibles, por lo que deben primar la cordura y las opiniones de los expertos, más que la de los ideólogos.

Julio Dittborn C.

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