El TIAR y la crisis venezolana

Nicolas Maduro (45440916)


La semana pasada el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) dio un primer paso para la activación de Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) con el que se busca hacer frente a la grave crisis que atraviesa Venezuela. La medida se adoptó a solicitud del presidente encargado de ese país, Juan Guaidó, reconocido por más de 50 naciones y legítimo representante de Venezuela ante esa organización interamericana. Doce de los 19 países signatarios del acuerdo, entre ellos Chile, respaldaron la iniciativa.

La decisión generó polémica porque el tratado, que data de 1947 y responde a una realidad internacional muy distinta a la actual, considera como uno de los mecanismos para "asegurar la paz" y hacer frente a "las amenazas de agresión" contra cualquiera de los países firmantes, el "empleo de la fuerza armada". Una opción que, no obstante, jamás ha sido usada en todas las ocasiones en que se ha invocado el TIAR. El pacto, en cambio, incluye también otros instrumentos de presión, como la ruptura de las relaciones diplomáticas y la interrupción parcial o total de las relaciones económicas.

De acuerdo con la resolución aprobada, la activación del TIAR responde a que "la crisis de Venezuela tiene un efecto desestabilizador" y representa "una clara amenaza para la paz y la seguridad" regional. Sin embargo, el texto no precisa qué medidas contempladas en el tratado se adoptarán. Estas deberán acordarse en una próxima reunión de los cancilleres de la OEA que fue convocada para la segunda quincena de septiembre y en la que se debatirán los pasos a seguir en el marco del Tratado de Asistencia Recíproca.

El gobierno chileno, a través de su canciller, dejó claro que no respalda el uso de la fuerza para lograr una solución a la grave crisis política y social que vive Venezuela, e incluso promovió junto a Costa Rica y Perú una propuesta que excluyera explícitamente cualquier fórmula que contemplara esa alternativa. Sin embargo, pese a que esta iniciativa no prosperó decidió igualmente respaldar la activación del pacto como una forma de ratificar su firme condena al régimen. Una decisión que resulta arriesgada y obliga al país a mantener una postura firme frente a quienes quieran seguir el camino de la fuerza.

La crisis venezolana exige redoblar la presión de parte de la comunidad internacional. Sin embargo, cualquier alternativa elegida debe darse dentro del espacio del diálogo y la negociación y no a través de medidas que "agraven la severa crisis que vive el pueblo venezolano", como señaló el propio canciller chileno. Son entendibles las divisiones que la solicitud de invocar el TIAR generaron en la oposición venezolana, pero la salida a la actual crisis requiere de la unidad de quienes se oponen a Maduro. Cualquier quiebre termina favoreciendo al régimen.

En el actual escenario en que el movimiento impulsado por el presidente encargado ha venido perdiendo fuerza, la ruta elegida por la OEA puede representar un adecuado instrumento de presión para minar la resistencia mostrada hasta ahora por el régimen. Pero no obstante ello, este proceso debe darse dentro de los marcos democráticos y no favoreciendo intervenciones militares externas que dañarían aún más a la atribulada población venezolana.

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