Opinión

Tres fuerzas que reconfiguran el mapa político

Presionado por la fuerza de los hechos, además de la centroderecha y la izquierda más radical, parece estar emergiendo un proyecto propio de centroizquierda, separado del PC/FA, lo que abre un escenario más competitivo y a su vez equilibrado.

Tras las elecciones de alcaldes, gobernadores y concejales en mayo, y la reciente segunda vuelta para la elección de gobernadores, se ha empezado a producir una reconfiguración del mapa político que probablemente no fue algo obvio de anticipar. Cuando el cuadro general parecía decantar en un polo de centroderecha y en una izquierda más extrema, dominada por el Partido Comunista y el Frente Amplio, la centroizquierda, englobada en el pacto Unidad Constituyente, se ha visto impelida por la fuerza de los acontecimientos a volver a disputar un lugar en el actual mapa político. Con ello se están empezando a posicionar tres grandes fuerzas, las que, si bien requieren ir perfilándose mejor desde el punto de vista de los idearios que sustentan, desde ya abren el abanico de opciones para los electores, generan más contrapesos y vuelven a dar una oportunidad de representación a aquellos sectores menos identificados con las posturas de la extrema izquierda.

Aun cuando en los comicios constituyentes los grandes ganadores fueron los candidatos independientes, en el resto de los cargos en disputa los partidos tradicionales de la centroizquierda -en especial el Partido Socialista (PS), pero sobre todo la Democracia Cristiana- volvieron a dar muestras de contar con capacidad de movilización, si bien en dimensiones mucho más disminuidas que antaño.

El hecho que terminó por gatillar una separación de aguas fue la negativa del Partido Comunista de ir a una primaria conjunta con el PPD y con ex sectores del Frente Amplio, lo que provocó un quiebre con el PS, el cual se había jugado por incluir a dichas fuerzas. Sin chance de ir a la primaria legal, los timoneles del PS, el PPD y la DC han manifestado esta semana su voluntad de converger en una candidatura única y en una lista parlamentaria común, reconstituyendo en cierta forma lo que fue la ex Concertación. La tarea no se presenta sencilla, pues sigue en veremos si la fórmula será una primaria organizada por los partidos, o una proclamación directa. En esto la DC parece llevar ventaja, pues todo parece sugerir que Yasna Provoste, la presidenta del Senado y militante de la falange, aun cuando no ha formalizado su candidatura, es por ahora la figura mejor posicionada del sector.

Más allá de como los partidos resuelvan estas diferencias, hay señales interesantes para el país. Probablemente la más significativa de ellas es que parece estar emergiendo un contrapeso a la extrema izquierda, donde las pretensiones hegemónicas del PC y de aquellos sectores más radicalizados del FA ahora encuentran límites. Por cierto que Unidad Constituyente debe ahora dar pasos más claros en favor de buscar su posicionamiento y marcar distancias más claras con aquellas visiones más extremas. Después de todo, cabe no perder de vista que el PS y sectores del PPD, así como del Partido Radical estaban dispuestos a pactar con el PC/FA, y fueron circunstancias más bien azarosas las que no permitieron que grupos que hasta 2018 fueron gobierno bajo la Nueva Mayoría ahora no lograran congeniar.

Una prueba que permitirá comprobar si hay un auténtico ánimo de recomponer una centroizquierda que venía diluyéndose es si sus dirigentes serán capaces de salir en defensa de la obra construida en los últimos 30 años, legado que la extrema izquierda en general repudia y que la propia Unidad Constituyente venía abandonando, en un vano afán por sintonizar con los grupos que ahora le han dado la espalda.

Todavía es incierto cómo se zanjará la carrera presidencial, pero ya aparece más probable que además de las candidaturas que presentará la derecha y el bloque PC/FA emerja una tercera opción con potencial, lo que desde luego abre espacio para una contienda mucho más competitiva entre los distintos programas en juego, brindando a su vez más opciones a los electores. A nivel parlamentario tener tres fuerzas compitiendo también debería generar efectos interesantes, pues el hecho que dentro del bloque de izquierda eventualmente existan bancadas fuertes de la centroizquierda ayudaría a crear equilibrios que hagan más difícil las tentaciones por avasallar.

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