Una reflexión desde lejos
Volví a experimentar esa sensación que a mediados de los 70 me provocó el exilio. En Chile creía que el mundo quedaba muy lejos. Pero viajando por Europa, cercano a donde habitan cientos de millones y próximo a los conflictos que copan las noticias internacionales, uno toma consciencia de que el que queda lejos es Chile. En cualquier lugar de Europa, Ucrania está a menos de tres horas en avión de línea y a mucho menos en misil. Tres horas, la distancia en auto entre Santiago y Talca. No son muchos minutos más los que hay que agregar para el Medio Oriente.
El cambio de clima humano se ha alterado. La guerra tiene escenarios “a la vuelta de la esquina”. Pero además, la alteración del orden mundial trae consecuencias cotidianas. Ya no hay un defensor global de las democracias; los líderes que ocupan el centro de la escena coinciden en una lógica autoritaria de las cosas y una voluntad dominante para dibujar su propia visión de nación, con los límites geográficos que se les planta, ansiosos de hacerla “great again”. Europa ha sido notificada por el gobierno de EE.UU. que ahora deberá proveer enormes recursos adicionales para una OTAN que perdió a su padre y principal proveedor; y eso se da cuando ya sus políticas de “estado de bienestar” mostraban crecientes signos de agotamiento y su potencial tecnológico pareciera mermar. ¿Qué ocurrirá entonces con el bienestar de millones y la sostenibilidad democrática de esa Europa, además conmocionada por fuertes presiones migratorias?
Escribo estas líneas cuando EE.UU. ha utilizado bombarderos de profundidad contra instalaciones nucleares iraníes, dando otra envergadura global a la guerra, al mismo tiempo que no oculta su menosprecio por el rol de Europa. Los ataques israelíes se ufanan de estar haciendo historia militar para la humanidad: “nunca un ejército había golpeado tantos blancos críticos, distanciados entre sí, en la profundidad de territorio enemigo, con esa precisión y sin grandes bajas”. Rusia y China han advertido que una intervención norteamericana está mas allá de lo admisible y a estas horas desconocemos sus reacciones. La incertidumbre mundial adquiere una magnitud e inmediatez desconocidas.
Tomo así consciencia de la pequeñez de nuestros afanes locales. Eso no los hace ilegítimos o banales, pero sí marginales de lo que a estas horas se está jugando en el mundo.
Quizás no es malo para Chile que así ocurra. Es mejor que los dueños de botones nucleares, bombarderos de profundidad, misiles hipersónicos y enjambres de drones concentren su atención en geografías distantes de la nuestra. Pero es bueno tener consciencia que, como nunca, necesitamos hacia adelante gobernantes competentes, experimentados, con visión de mundo y un país unido en la defensa de la vida cotidiana de su gente. Y me resuena una frase del Papa Francisco: “Solo se puede conseguir la paz a través de la paz”.
Por Óscar Guillermo Garretón, economista
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