Una señal de austeridad poco convincente
La tortuosa tramitación del proyecto de ley que busca rebajar la dieta parlamentaria así como los sueldos que perciben altas autoridades del Estado logró esta semana dar un nuevo paso, encaminándose a ser ley. Ello luego de que la Cámara de Diputados aprobara el informe de la comisión mixta, el cual desecha que haya una rebaja inmediata del 50% de las dietas -como originalmente había aprobado la Cámara Baja-, pero instruye a que temporalmente sea la Alta Dirección Pública la que establezca provisoriamente la rebaja, sin atarse a un porcentaje determinado, a la espera de que se constituya un ente autónomo que será el encargado de fijar cada cuatro años dichos montos.
Es acertado que se avance hacia un esquema donde no sean los propios incumbentes quienes fijen sus propios estipendios, como también al hecho de tomar conciencia de que una dieta en torno a $9,3 millones brutos al mes es exagerada, incluso para los estándares internacionales. Pero si el Congreso verdaderamente quiere ponerse a tono con los tiempos y dar una genuina señal de austeridad hacia la ciudadanía, entonces debe reformular completamente el esquema de asignaciones parlamentarias, fondos de los que dispone cada parlamentario para el ejercicio de su trabajo legislativo -más de $11 millones mensuales por cada diputado, y $23 millones por cada senador-, pero que en la práctica se utilizan discrecionalmente, incluso en actividades que pueden lindar en un abierto proselitismo.
Se trata de recursos cuantiosos -estas asignaciones pueden representar más de US$ 40 millones por año, considerando al conjunto de diputados y senadores-, y su control por parte del Consejo Resolutivo de Asignaciones Parlamentarias ha demostrado no ser un contrapeso suficiente para asegurar el correcto uso. Nada de esto, sin embargo, está siendo tratado en la actual reforma de las dietas parlamentarias -sin perjuicio que algunos congresistas han hecho ver la necesidad de corregir esta situación-, por lo que mientras no exista una racionalización de dichos recursos, los gestos de austeridad serán más bien vacíos.
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