Vacunas: evidencias vs opiniones



SEÑOR DIRECTOR

En Chile vacunamos a todos nuestros niños, adolescentes, adultos y embarazadas, en distintos momentos de la vida, con vacunas tan diversas como aquellas contra la tuberculosis, hepatitis A y B, difteria, tétanos, tos convulsiva o coqueluche, poliomielitis, rubeola, meningococo, varicela, fiebre amarilla (Isla de Pascua), virus papiloma, entre otras.

Cada una de estas enfermedades fue responsable de millones de muertes y secuelas invalidantes, particularmente en niños, antes de la existencia de programas de vacunación efectivos en Chile y el mundo. Sabemos que, con la sola excepción del agua potable, ninguna otra intervención en salud pública, como la vacunación masiva, ha tenido un efecto tan importante en reducir la mortalidad de las personas.

Las creencias o ideas propias respecto a hechos concretos constituyen lo que denominamos “nuestra opinión”. La discusión respetuosa, amplia y abierta de las diferentes opiniones es fundamental en la sociedad y permite ir encontrando consensos y caminos respecto a lo que es mejor para todos. Sin embargo, siempre es importante, cuando se discute sobre hechos, involucrar un actor clave en el análisis: los resultados, los números, también conocido como “la evidencia empírica”. Aun cuando yo crea que un paracaídas puede ser innecesario en una caída libre, los hechos, y no las opiniones, demuestran que el riesgo de morir sin este implemento es casi absoluto.

La vacunación contra el Covid-19 ha demostrado - en grandes estudios poblacionales y con todas las vacunas aprobadas en nuestro país-, ser segura y extraordinariamente efectiva en reducir en forma significativa la enfermedad grave por Covid-19.

Es esperable y entendible que existan aprensiones respecto del proceso de vacunación inédito y universal que estamos llevando a cabo en Chile. No solo por los temores personales, sino por el conjunto de opiniones contradictorias que recibimos desde medios sociales, programas de televisión y personajes públicos. Frente a esto debiese existir una respuesta única: solo la vacunación de todos, adultos mayores, no tan mayores, jóvenes y pronto también los niños, permitirá, en conjunto con el resto de las medidas de autocuidado, lograr la meta de vacunación que nos hemos propuesto y retomar una vida más humana, cálida, y junto a nuestros seres queridos.

Tomás Regueira

Académico Escuela de Medicina U. Finis Terrae

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