Venezuela en la encrucijada



SEÑOR DIRECTOR

La crisis venezolana ha entrado en una etapa crucial cargada de incógnitas. Por una parte, el régimen de Maduro, que gradualmente fue atropellando los principios democráticos hasta romper claramente la Constitución, al desconocer la Asamblea Nacional, legítimamente elegida, transformándose en una dictadura de facto; por otra, el Presidente encargado, Juan Guaidó, de Voluntad Popular, quien fue designado por esa Asamblea -conforme a lo que estipula la Constitución dictada por el propio Hugo Chávez-, pero que no está en condiciones de ejercer sus facultades, porque carece del respaldo militar. La legitimidad contra la fuerza.

Ante esta disyuntiva, no cabe neutralidad, ni menos sostener a Maduro. Tampoco las posturas ambiguas. Detrás de Guaidó se agrupa la mayoría del pueblo venezolano, fuerzas políticas opositoras muy variadas e importantes gobiernos extranjeros de muy distinta orientación.

Maduro apuesta al desgaste de la oposición. Guaidó espera que los militares y funcionarios del régimen comiencen a desertar y se pasen a sus filas, para lo cual la Asamblea Nacional aprobará una ley de amnistía la próxima semana. Ellos naturalmente también sufren la híperinflación y la escasez.

El desenlace es incierto. Si se impone Maduro, se prolongará el régimen y la crisis venezolana; si lo hace Guaidó, se abriría el camino a un gobierno de transición y a elecciones libres. Si el empate actual se prolonga, la situación puede salirse de control con un saldo de víctimas y daños peor que el "caracazo" de 1989.

Venezuela oscila entre la esperanza y el temor reteniendo el aliento. Por eso, la oposición debe aumentar la presión social, con respaldo internacional, hasta provocar la derrota definitiva de Maduro.Entonces, como ocurrió en Chile luego del plebiscito en que Pinochet fue vencido, el diálogo será posible y tal vez indispensable.

José Antonio Viera-Gallo

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