Vulnerabilidad

SEÑOR DIRECTOR

La pandemia que nos afecta a nivel global se inicia durante un frágil equilibrio: la mayoría de los países enfrentaban serios desafíos para alcanzar sustentabilidad ambiental, inclusión social o una economía resiliente. Estos desafíos siguen presentes en este nuevo contexto. Un virus no discrimina, pero sus efectos son claramente distintos dependiendo de los niveles de desigualdad estructural en cada sociedad, la capacidad estatal y privada para hacer frente a la crisis, el grado de bienestar de la población y los recursos con que cuenta cada grupo para enfrentarla. Esas condiciones de entrada -diferentes según ingresos, conectividad, empleo, protección social, tipo de vivienda, redes sociales, posiciones de poder, confianza en las instituciones- condicionan no solo el acceso a la salud, sino también la posibilidad efectiva de resistir los efectos sociales y económicos de la pandemia y la resiliencia para recuperarse.

Desde el PNUD hemos dedicado parte importante de nuestro trabajo a analizar los mecanismos de reproducción y las formas en que se pueden erradicar las desigualdades, como requisito para construir un desarrollo genuinamente sostenible e inclusivo. Nuestros estudios han develado que la pobreza y vulnerabilidad se definen por la protección y resiliencia de comunidades y personas, más allá de los ingresos y que, además de las condiciones materiales en las que viven distintos grupos, es esencial atender a sus aspiraciones y demandas de participación y trato digno.

En un contexto de extrema incertidumbre global, las decisiones que se adopten hoy serán determinantes para construir trayectorias alternativas de desarrollo hacia el futuro. De ahí que enfrentar la coyuntura requiera, necesariamente, mantener el esfuerzo para reducir desigualdades y enfrentar decididamente la discriminación, tal y como lo plantea la Agenda 2030 de Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible.

Claudia Mojica

Representante Residente Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en Chile