Paula

Björk, la artista del futuro

Un homenaje a Björk, una artista completa con una filosofía única y vanguardista que ha inspirado a filósofos, músicos, artistas visuales, ecologistas.

Cuando mi hermano, siete años mayor, llegó a para mi cumpleaños número 13 con un disco pirateado de Björk, al principio no le di mucha importancia. No la conocía y estaba más preocupada de seguir la música de moda que escuchaban mis amigas y de encajar con las populares que de nutrirme con música nueva. “Ella es una de mis artistas favoritas”, insistió mi hermano, y me pasó el disco como si estuviera traspasándome un tesoro, un legado, un conocimiento. Era su segundo álbum, Post, lanzado en 1995 luego de su disco Debut, cuyo exotismo, arreglos vanguardistas y sonidos electrónicos marcó un hito en el mundo con millones de copias vendidas. La artista de Islandia, esa tierra con menos de 400 mil habitantes, formada por la acción de sus múltiples volcanes, con ríos y acantilados para llorar de la emoción, compuso su primer álbum a los 11 años y de ahí en adelante ha tenido una carrera musical y artística vertiginosa, siempre a la vanguardia, siempre yendo más allá de las modas y tendencias, siempre saliéndose de los moldes, para ir hacia la búsqueda de un lenguaje particular y múltiple.

Con curiosidad puse el disco en mi radio, sola en mi pieza de preadolescente, y quedé echa un nudo hacia adentro. El disco me hizo transitar por muchas sensaciones que probablemente en ese momento no entendí mucho. Era una mezcla rara entre horror y ternura, amor y oscuridad, alegría y pena, misterio y luz, con sonidos que nunca había escuchado antes y una voz que irrumpía para complacerte, pero también molestarte y removerte. Todo lo contrario a la música pop que colmaba las radios y la programación de MTV en ese entonces.

Para mí Björk es una de las primeras mujeres transformistas, con una clara propuesta sobre lo queer y lo no binario y lleva en su esencia un feminismo vanguardista, que irrumpe a través de un cuerpo, su cuerpo, como una resistencia a todo estereotipo y cosificación, rehuyendo de las modas y de las concepciones neoliberales de la mujer. Björk va siempre un poco más adelante: es como si fuera del futuro.

Desde sus inicios, ha planteado en sus letras y en sus armonías la posibilidad de conectar con la realidad sin las separaciones y categorizaciones binarias entre lo vivo y lo inerte, entre lo humano y lo natural, lo masculino y lo femenino. En la primera canción de su primer disco, Human Behavior, hace una especie de declaración respecto a su relación con la raza humana. “Si alguna vez te acercas a un humano y al comportamiento humano, prepárate, prepárate para confundirte. Definitivamente, definitivamente, definitivamente no hay lógica al comportamiento humano, pero aún así es tan irresistible”.

Desde ese primer manifiesto su música, su arte y su filosofía han evolucionado hasta acercarse cada vez más a un universo cuyos códigos son tan únicos y particulares que todo lo que compone y crea dentro de él está en constante flujo y conexión con todos los elementos que lo componen. De alguna forma, nos sumerge en sus lógicas y entramos en su música, sus videos y sus shows en vivo como si fuéramos un elemento más de ese mundo.

“Me muestras continentes, veo las islas, cuentas los siglos, parpadeo mis ojos, halcones y gorriones corren en mis aguas”, dice Björk en canción Oceania del disco Médulla, un homenaje a su conexión con el océano, como si deviniera en sus aguas y se zambullera hasta el fondo para hablar de él. Muchas de sus canciones hablan de la existencia, del mundo natural, de nuestra interdependencia con otros seres, de su intimidad con otras especies, construyendo un lenguaje profundo que es, finalmente, el sentimiento de una conciencia ecológica más allá de las clasificaciones antropocéntricas. Aun así, incorpora el lenguaje ciborg y la tecnología, pero desde una arista que también supera las barreras de lo humano, como si los objetos creados por la humanidad trascendieran y entraran también en esta conciencia ecológica y sistémica.

En el video de All is full of love, una reflexión sobre el amor universal que depositamos y nos depositan y que permea toda la realidad que conocemos, Björk plantea la posibilidad de un amor entre humanos-máquinas y la conexión entre tecnología, ciencia y sentimientos. Y ya en sus últimos discos, sobre todo en Utopía, queda muy claro cómo ha desarrollado su propia filosofía, con todo el despliegue de su potencia creativa y con un claro mensaje sobre nuestro impacto en la Tierra. Su capacidad de transformarse a ella misma en seres extraños, de crear mundos y de sacarnos de todo tipo de concepciones sobre lo real y lo irreal, nos lleva a lugares inesperados de la mente y el corazón. Buscar, de alguna forma, que conectemos desde lo instintivo, desde la inocencia y lo primario, con el mundo que nos rodea

Recomiendo este show en vivo de Björk junto a una orquesta en el Royal Opera House en 2001, una experiencia visual y sonora para emocionarse.

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