Después de la cuarentena: Las implicancias emocionales de volver a la oficina




Con varias comunas entrando a Fase 2 del confinamiento y distintas planificaciones para el eventual retorno a la calle y la actividad laboral presencial de quienes se mantenían con trabajo remoto debido al coronavirus, son muchas las organizaciones que están pensando formas de hacer que el regreso sea seguro y que se cumplan medidas de distanciamiento e higiene. Pero son pocas las que están pensando en sus empleados desde el punto de vista sicológico y emocional. Al menos así lo asegura Daniela Campos, jefa técnica del departamento de riesgos psicosociales de la ACHS, quien explica que las organizaciones están esperando que los problemas ocurran para, recién ahí, ver cómo los van a resolver. “La prevención del impacto en la salud mental debe darse antes de que las personas vuelvan. No es llegar y decirle a un trabajador ‘volviste’, hay que ejercer actividades específicas para que el reintegro sea adecuado y no haya estigmatización, y planificar procedimientos por si, desgraciadamente, muriera alguien por Covid1-9 luego de volver a la oficina”, explica.

El desempleo como factor

A 12,2% llegó la tasa de desempleo según información entregada el pasado viernes por el INE. Mala noticia para la economía nacional, pero también un factor que suma ansiedad y estrés a las personas que se preparan para volver a trabajar de manera presencial. “Este es un muy mal momento para quedarse sin trabajo, entonces hay personas que se están sobre exigiendo para parecer que son imprescindibles, para que si hay que desvincular a alguien no piensen en ellos. Esto tiene un costo emocional, pero también físico, y quizás no se va a ver en el corto plazo, pero no sabemos que pasará en cinco meses más”, dice Campos.

Según la especialista, la experiencia internacional da cuenta de una disminución del estrés y la ansiedad a las pocas semanas de haber vuelto a trabajar, pero existe una peligrosidad e incertidumbre en cuanto la situación de otros países aún está en proceso y los resultados que se tienen -que parecen positivos-, solo dan cuenta de los primeros dos o tres meses tras el retorno a la normalidad.

“Lo que muestran las investigaciones es que hay un 10% de la población que vuelve a trabajar que podría presentar síntomas de estrés post traumático”, dice Daniela en relación a un reciente estudio realizado en China. Y explica que esto está relacionado con la re experimentación, la hiperactividad, el miedo y a interpretar todas las sensaciones corporales como si estuvieran relacionadas con el coronavirus.

A lo que se refiere Campos es que muy posiblemente las personas al volver al trabajo presencial estén a la defensiva, por así decirlo, con todo lo que pase a su alrededor, especialmente quienes ya han presentado rasgos hipocondriacos. Si tosen o si alguien tose cerca de ellos, pensarán que es Covid-19, así como si sufren episodios de diarrea o de mareo. Muchos se sentirán inseguros respecto a las medidas que estén tomando sus organizaciones y algunos no confiarán en que los sectores que ocupan estén correctamente higienizados.

Pero retomando el punto inicial, pocos darán cuenta o informarán sobre estos temores por la incertidumbre laboral y las potenciales reducciones de personal por las que están atravesando o atravesarán distintas organizaciones.

Buenas prácticas para las organizaciones

Según Daniela Campos hay tres cosas que se deberían hacer previo al retorno total a las oficinas o al trabajo presencial:

Desensibilización sintomática: Sería un error comunicar a los trabajadores de un día para otro que tienen que volver a cumplir jornadas completas de forma presencial. Lo recomendable es anunciar un regreso parcial con varios días de anticipación y, de acuerdo a la experiencia, ir aumentando los días de oficina hasta volver a la normalidad. Campos asegura que a nivel sintomático, dejar que las personas se acostumbren de forma gradual hace una diferencia vital.

Planificar procedimientos: Las organizaciones y empleadores tienen que estar preparados ante lo que pueda ocurrir. Las posibilidades son amplias, como la muerte de un trabajador, la reincorporación de alguien que tuvo coronavirus o que a alguien le de una crisis de ansiedad. Es imprescindible planificar cómo se va a actuar frente a cada situación posible.

Fomentar la comunicación: El trabajador tiene que saber que la empresa le está dando la información que necesita y que se trabaja para solucionar sus dudas. No es una buena práctica que se avance en planificación de un retorno a la actividad presencial y que el trabajador no esté enterado hasta el último momento. Mientras más parte del proceso sea, mejor.

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