¿Ganar siempre es igual a tener éxito?




“Bien, tengo una pregunta para todos nosotros ¿Están listos?”, parte diciendo Valorie Kondos Field, en su charla TED titulada ¿Por qué ganar no siempre es igual a tener éxito?. Y Valorie sabe mucho sobre ganar. Como entrenadora del equipo de gimnasia femenino de la UCLA durante mucho tiempo, ganó campeonato tras campeonato, y ha sido muy aclamada por su liderazgo. En esta charla ella le hace esta pregunta al público asistente y dice: “Durante mi cargo experimenté muchas victorias. Conduje a nuestro equipo a siete campeonatos nacionales, fui incluida en el Salón de la Fama del Deporte de la UCLA, e incluso fui votada como la entrenadora del siglo por la Conferencia Pac-12. Ganar es muy, muy, muy divertido. Pero estoy aquí para compartir mi visión: ganar no siempre es igual a tener éxito”.

La ex entrenadora argumenta su afirmación diciendo que en todo el mundo existe una crisis en las culturas de “ganar a toda costa”. “En nuestras escuelas, en nuestros negocios, en la política, ganar a toda costa se ha vuelto aceptable. Como sociedad honramos a la gente que está en la cima de la pirámide. Aplaudimos efusivamente a aquellos que ganan torneos, elecciones y premios, pero tristemente muy a menudo, esas mismas personas dejan sus instituciones como seres humanos dañados. Lamentablemente a pesar de tener las mejores calificaciones, los niños salen dañados de la escuela”, agrega.

Y por eso sugiere que es necesario redefinir el éxito. “El éxito real es desarrollar campeones en la vida, para nuestro mundo, ya sea que ganen o pierdan”, dice. Un cambio de paradigma que en nuestro país se comienza a experimentar. Así al menos se evidencia en un estudio realizado por Neuronal, división de datos de Urban Grupo de Comunicaciones para el Programa para la Autoestima de Dove, en el que se incluyeron 744 casos de madres y padres de adolescentes de entre los 12 y 17 años de todo Chile. “El deseo para las hijas (más en los padres y madres más jóvenes) es de mayor autonomía, libertad y confianza en sí mismas; que puedan escuchar sus deseos y el propio valor. Pero también resulta importante trazarse metas y planificar el futuro. El deseo de éxito académico resulta minoritario frente a todos estos otros factores”, dice el informe. Y de hecho plantea que un 70% de los encuestados quiere que sus hijos sean capaces de valorarse a sí mismos más allá de sus logros académicos.

Y es lo que ha podido comprobar también Jacqueline Lara. Es Coordinadora de Enseñanza Media del Colegio Bicentenario Madre Ana Eugenia de Pudahuel, uno de los establecimientos en donde Dove junto a Mujeres Bacanas han participado con sus charlas en el marco de su programa de autoestima. Cuenta que como comunidad escolar llevan tres años reflexionando respecto de qué significa el éxito académico, qué significan los procesos, qué significa aprender, o qué implica el transformarse en un profesional o soñar con “ser alguien” –como dicen los mismos adolescentes cuando hablan de su futuro–. Esto porque en 2017 asumieron un modelo educativo llamado PEV (Pensamiento visible) a través del que les enseñan a niñas, niños y adolescentes, que las personas no nos podemos medir solo por nuestros éxitos o fracasos, porque todos estamos en un constante aprendizaje. “La consciencia de que todas y todos somos aprendices permanentes nos hizo cambiar el paradigma. Éramos un colegio con una tendencia academicista muy potente y de pronto nos encontramos con que eso no nos estaba conduciendo a valorar la diversidad, la inclusión, y a poder disfrutar del aprendizaje”, cuenta.

Y es que –como dice– todas y todos los estudiantes tienen que experimentar el logro. “No porque un estudiante tenga un 7.0 significa que logró todos los aprendizajes y por tanto es necesario desmitificar qué significan estos productos llamados notas”. En su colegio han incorporado elementos cualitativos a la evaluación, el valor de la experiencia; están haciendo reflexiones respecto de qué significa el progreso que cada uno de los estudiantes vive, porque todas y todos progresan, pero en distintos ritmos.

Y esto ha tenido incidencia directa en la autoestima de las niñas, niños y adolescentes. “A diario nos encontramos con estudiantes que aún tienen una mentalidad fija respecto de lo que significa el éxito, lo asocian a las notas y también tienen internalizadas expectativas ajenas, marcadas por lo que su entorno y sus papás entienden por éxito. Y hemos visto en estos tres años que al cambiar el paradigma se les abre un mundo, se sienten más capaces de hacer lo que quieren. En resumen, mejora su autoestima”, cuenta. Y concluye: “Tenemos que ser capaces de lograr que la aprobación del resto hacia las y los estudiantes no tenga que ver con lo que entendemos por éxito, sino que con su propia individualidad”.

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