Hacer de los regalos una forma genuina de expresar amor

Ser escuchados también puede traducirse en recibir algún regalo que sorprenda; un detalle que toque fibras emocionales de forma inesperada. Aquí, siete relatos de personas que fueron sorprendidas con presentes que han sido especialmente significativos en sus vidas.




El día en que Paulina González cumplió 15 años recibió un regaló que inició el lazo que no había podido construir hasta entonces con su padre, quien falleció cuando ella tenía tres años, producto de un cáncer fulminante. Era verano y se encontraba junto a su familia en la playa. En la tarde su mamá se le acercó y le dijo que tenía un regalo para ella. Sacó una pequeña caja azul del bolsillo y le entregó un anillo que su papá había mandado a hacer para cuando ella cumpliera 15.

“Me miraba la mano, con el anillo puesto, y lloraba. Hasta ese momento nunca había llorado por mi papá. Era un tema que nunca quise tocar porque pensé que podía hacer sentir mucho dolor a mi mamá y a mi hermano, y así también yo me estaba protegiendo de algo. Lo que lo hizo más especial fue que el regalo era un anillo que el planeó sabiendo que nunca me lo iba a poder entregar, y era algo que él quería que me lo entregaran cuando cumpliera los quince. Un regalo extra fue que mi mamá lo guardara todo ese tiempo y que fuera una sorpresa. Los dos tuvieron ese detalle de darme esa sorpresa, mi papá desde la muerte y mi mamá desde la vida. Me sentí muy conectada con mi papá, desde ahí empecé a quererlo como tal. Fue muy lindo saber que él me amaba tanto y que había pensado en mí”, relata Paulina, quien a sus 36 años asegura tener una relación con su padre quien, en vida, se preocupó de dejar un detalle para que se sintiera querida y cuidada.

Una pintura para la pared

Mediante un expololo, Paz Boero conoció a un “casi algo” con quien se resistió a cruzar la línea de amistad, hasta que decidió verlo como algo más, aunque siempre sin formalizar. Cada vez que veía a ese “casi algo”, Paz entraba en una burbuja de cariño, complicidad y confianza.

“Viajamos a la playa por un fin de semana largo y escuchamos mucha música, especialmente INXS. A él le gustan otros géneros más rock, más heavy, pero coincidíamos con INXS, que había sido su primer casete. Él no vive en Santiago y ese año para mi cumpleaños no pudo estar, pero me escribió una carta linda y me avisó que me llegaría un regalo, que estuviera atenta. La noche de mi cumpleaños me llamaron de conserjería para avisarme que me había llegado un paquete. Era un cuadro, grande. Tiempo antes junto habíamos quitado de mi departamento una pintura gigante que era de mi ex y que yo me demoré años en sacar. Él ahora me mandaba un cuadro para poner en ese lugar. Era un retrato de Michael Hutchence, vocalista de INXS, mirando al frente. Lo tengo en mi living y, aunque ya no veo a ese ‘casi algo’ del que estuve casi enamorada, lo recuerdo cada vez que miro a Michael”, dice Paz.

Luego de ese regalo tan significativo para ella, perdieron contacto: “Casi me enamoré. O me anduve enamorando. Pero luego él, por razones que no sé descifrar, dejó de llamar y de venir a Santiago, comenzó a hacer un ghosting de la tercera edad, como llamo yo a esto, porque ambos tenemos 50. Yo me demoré muchísimo en dar el paso más allá de la amistad, él tuvo muchos gestos así, significativos, potentes, y de pronto se esfumó”.

Un sueño cumplido

En su infancia John Mardones creció en una familia feliz, que afortunadamente podía costear regalos de Navidad y de cumpleaños. Pero hubo una cosa que nunca pudo pedir, porque sabía que la respuesta sería negativa: la Barbie Totally Hair, una muñeca que se lanzó en 1992 y que se convirtió en un ícono de la marca. “Quizá soy la última generación que creció con el trauma de no pedir una muñeca siendo hombre”, dice John, quien por esa razón siempre se preocupó de comprarle muñecas a su hermana menor. “Me encantaban, pero no podía tenerlas”, agrega.

Entre bromas, durante varios años con sus hermanas comentaron lo que les hubiera gustado recibir para Navidad cuando niños y que no pidieron. Nunca pensó que en 2017 su hermana menor cumpliría su sueño de infancia. John recuerda: “Ese año fue complicado para todos. Me dijo que quizá no me podría regalar mucho, pero que su cariño siempre estaría conmigo. Me entregó una caja con una carta que decía ‘Para que nunca más el niño que guardaste en una cajita llena de miedos siga escondido. Se demoró 15 años, pero el Pascuero te la trajo’. Mi hermana tuvo ese detalle de no regalarle algo al John de 30, sino al de 5 años lo que siempre esperó bajo el árbol, pero que por la sociedad y los prejuicios nunca pudo llegar. Siempre en estas épocas hablamos de lo importante que es hacer feliz a ese niño que todavía uno guarda intacto”.

Una caja gigante

Raffaela Ranzetta es una ávida coleccionista de discos desde que tiene memoria. Hace algunos años también sumó vinilos a su colección musical, pero no había comprado un tocadiscos donde escucharlos. Era una tarea pendiente que no le urgía resolver.

Para su cumpleaños número 28 sus mejores amigas la sorprendieron con una caja grande. “Pensé que me iban a regalar un pasaje para ir a algún lado. Típico que en las sorpresas la gente pone cosas pequeñas en cajas gigantes. Y una de mis amigas me dice que es algo que hace tiempo quería, que ellas me escucharon y decidieron comprarlo entre todas. Así me entregaron mi tocadiscos morado, justo de mi color favorito. Me puse a llorar al instante, porque encontré que fue un gesto muy bonito”, recuerda Raffaela.

“Es muy fuerte cuando una persona escucha lo que tú quieres y sabe lo que a ti te gusta. Uno siempre está pensando que no es escuchado, que no te toman atención. Fue un acto de amor. Mis amigas me escucharon con algo que realmente me interesaba y siempre les agradezco porque ahora puedo escuchar mis vinilos”, dice. Por esa misma fecha sus papás y otro grupo de amigas le regalaron dos vinilos más para su colección: uno de Harry Styles y otro de Coldplay.

Una maleta para el primer vuelo

Las pasadas vacaciones de Camila Sánchez fueron las primeras que se tomaba en mucho tiempo. Eran especiales porque se reencontraría con su mejor amiga del colegio en Valdivia y también porque viajaría por primera vez en avión. “No tenía maleta porque nunca había viajado, así que le pedí a una amiga que me prestara una. Tampoco tenía la plata para cómprala, no sabía su valor”, dice Camila, quien en Navidad recibió su propia maleta como regalo de su mamá.

“Estábamos entregando los regalos del Amigo Secreto. Yo los sacaba del árbol y leía el nombre. No me di cuenta de que no había salido ninguno para mí. Aparte de los del sorteo, con mi mamá y mi hermano siempre nos regalamos algo más. De repente los veo bajar por la escalera con una maleta rosada. Me emocioné mucho. Fue un detalle muy lindo de parte de ambos, porque me regalaron algo que realmente necesitaba y sin que yo se los mencionara. Sí les había contado que me iba a conseguir una maleta, pero no que necesitaba comprarme una. El color también fue un detalle, porque mi mamá sabe que me gustan esos tonos, que el rosado es uno de mis favoritos. Jamás me doy cuenta de si me van a dar un regalo sorpresa, probablemente entraron la maleta cuando yo estaba en la casa y no lo noté. Fue un momento muy bonito, porque fue de parte de mi mamá, que es quien me conoce perfecto y siempre regala detallitos de cosas que no pido, pero porque está atenta a lo que necesito”, recuerda Camila.

Un álbum de la vida

“Es bastante difícil sorprenderme. Siempre me doy cuenta cuando me sacan información para un regalo”, dice de entrada Cathalina Valerio. Esa afirmación dejó de ser cien por ciento cierta en su último cumpleaños, cuando fue sorprendida por su pololo al regalarle un álbum de fotos con distintos momentos a lo largo de la vida de Cathalina, que además incluía postales de ambos. “También le pidió a una amiga si nos podía sacar fotos espontáneas cuando no me diera cuenta. En ese momento llevábamos un mes juntos. Fue un regalo súper emotivo para mí. Nunca me habían regalado algo tan simple y a la vez tan significativo. Mi perrito de 17 años había fallecido hace poco y dentro del álbum había muchas fotos mías con él. Para mí fue como un trabajo de joyería que haya recopilado todas esas imágenes”.

Cathalina considera que, a la hora de elegir, muchas veces preferimos privilegiar la eficiencia de los regalos por sobre la carga emocional que pueden tener algunos: “Creo que a veces uno piensa lo que le podría interesar a la otra persona en base a sus gustos, pero no siempre se da el tiempo de regalar algo que vaya a sorprender a esa persona y que tenga un valor sentimental y simbólico, más allá de lo material”.

Un nuevo integrante

Camila Figueroa siempre veía a su mamá mirar atentamente los mapas de las enciclopedias, sobre todo el de Europa, de donde incluso se sabía muchos nombres de ciudades. Por eso junto a su hermano decidieron regalarle, a sus 62 años, un viaje al continente. “Fui a la agencia de viajes a buscar el ticket en forma de pasaje, a lo antiguo, y el destino estaba abreviado con la sigla del aeropuerto de Roma. Mi mamá lloró mucho. Nunca pensó que conocería Europa y además conmigo, en un viaje madre e hija. Nació en una familia humilde, de seis hermanos. Esto fue impensado para para ella. Decía que cómo habíamos gastado plata en eso tan caro. Nosotros la abrazamos y le dijimos que lo merecía”, recuerda Camila.

Cuando Camila se fue de la casa para vivir sola, su mamá se quedó con su gatita Ramona, a quien se apegó mucho hasta este año, cuando falleció a los 13 años tras enfermarse de los riñones. La mamá de Camila quedó muy afectada tras esa pérdida. Sentía culpa. Por eso otra vez junto a su hermano decidieron tener un acto detallista con su mamá y buscaron un gato pequeño para que ella lo criara: “Buscamos y buscamos, hasta que encontramos a Horacio. Se tenía que llamar así, porque yo soné que tenía un gato con ese nombre. Mi mamá no podía creerlo. Se enojó al principio porque creía que estábamos reemplazando a Ramona. Eso fue en agosto de este año, ahora Horacio es su guagua, lo ama y es el mejor regalo que ha tenido. Le devolvió la vida”.

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