Perdí a la persona que quería por no ser sincera con mis sentimientos




“Este año incursioné en una relación en la que no dije las cosas tal cual como las iba sintiendo. Lo conocí en enero y nos empezamos a ver con frecuencia porque desde un principio hubo química y se nos dio fácilmente la comunicación. Fue un vínculo marcado por la espontaneidad y la risa y de a poco fue surgiendo el afecto, la ternura y las ganas de pasar muchas horas juntos.

Pero cuando las cosas se volvieron más íntimas y profundas, por así decirlo, no fuimos capaces de asumirlo y de comunicar de manera directa –sin tapujos y miedos– lo que estábamos sintiendo y lo que queríamos el uno del otro. Ninguno de los dos se arriesgó por miedo a quedar expuestos y vulnerables y, en consecuencia, nos fuimos atrapando en nociones preconcebidas y en ideas fijas de lo que éramos y de nuestras maneras de relacionarnos, en vez de permitirnos simplemente fluir y ver cómo se daban las cosas.

Fuimos rígidos y nos quedamos en los eslóganes del tipo ‘no quiero una relación exclusiva’ o ‘soy desconectada, no suelo engancharme de nadie’, frases que en realidad tenían poco y nada que ver con lo que estábamos sintiendo. Eran, justamente, eslóganes, más allá de que nos pueden haber identificado en algún minuto, pero se estaban volviendo barreras restrictivas.

En vez de asumir que los seres humanos cambiamos y nos podemos ver envueltos en distintas situaciones de un día para el otro, fuimos tercos y no quisimos soltar. Nos aferramos a supuestos, en vez de ir pavimentando nuestro propio camino libre de banderas absolutas.

Y lo digo porque en realidad, al minuto de sincerarnos y de decir que nos estaban pasando cosas que nunca antes nos habían pasado, y que quizás eso nos incomodaba un poco y no sabíamos muy bien cómo enfrentarlo, optamos por no decir nada. Por miedo a ceder el control o el poder. Por miedo a quedar en desventaja en la maldita dinámica de poder.

Y eso hizo que al cabo de unos meses entráramos en dinámicas de tira y afloje, más ligadas al juego, pero un juego poco divertido y sano. Nos envolvimos con murallas defensivas y nos escudamos de nuestros verdaderos sentimientos. Ninguno de los dos se quiso desnudar. Cedíamos a ratos pero cuando veíamos que estábamos cediendo demasiado, volvíamos a subir la guardia. Dábamos un poco de nosotros, pero cuando creíamos que estábamos dando mucho, o exponiéndonos, nos volvíamos a hacer los cancheros. Y entonces nos provocábamos, nos seducíamos y nos calentábamos la sopa, pero no comunicábamos más que eso. Al menos yo nunca lo hice. Nunca fui frontal, nunca le dije que aunque no lo tuviera del todo resuelto, lo que sentía por él era más profundo. Nunca le dije que lo deseaba realmente. Y así dimos paso a una dinámica más bien nociva, por el solo hecho de que ni yo ni él –pero de aquí en adelante prefiero hablar de mí, él tendrá sus propias reflexiones– fuimos capaces de entregarnos.

La importancia de la comunicación, en todo tipo de relación, va más allá de no embotellarse las cosas hasta que exploten –porque siempre van a encontrar una manera de salir a la superficie–. La importancia tiene que ver con dar paso a ciertos diálogos que ciertamente son incómodos pero que permiten dilucidar lo que a cada uno de los involucrados le acomoda más. Y por ende, no hacerlo, hace que uno termine aceptando situaciones que no le acomodan realmente.

La importancia de no dejar temas pendientes, de verbalizar lo que uno siente –incluso cuando no hay mucha claridad al respecto, porque esa claridad puede ir saliendo ahí mismo en el diálogo– tiene que ver con lo que sale de ahí; con la posibilidad de conocerse a sí misma; y también con la posibilidad de permitirse a una misma generar vínculos sinceros. Yo no fui sincera con él y al final, por miedo a lo que podría ocurrir, opté por terminar. No me permití esa posibilidad y en cambio me encasillé en mis propias cárceles.

La importancia, pienso ahora, de comunicar, tiene también que ver con darle espacio a la sorpresa y al azar; a lo que puede ocurrir, al quizás y al veremos”.

Rocío (32) es artista.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.