La fotógrafa de la desesperanza

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Con Madre migrante, su desgarrador retrato de una mujer obligada a abandonar su hogar durante la Gran Depresión de los años 30 en estados unidos , Dorothea Lange (1895-1965) produjo una de las imágenes icónicas del siglo XX. Ochenta años después, cuando nuestro planeta se ve afectado por múltiples migraciones, no ha perdido su actualidad.




Hay imágenes que están grabadas en la memoria colectiva: la niña desnuda huyendo de las bombas en Vietnam, el niño judío con los brazos en alto en el gueto de Varsovia, los soldados americanos plantando la bandera en Iwo Jima… La madre migrante, rodeada de sus hijos, durante la Gran Depresión, también forma parte de esas fotografías que encarnan un momento clave de la historia de la humanidad.

Si en todas ellas la suerte y el azar ayudaron al fotógrafo -estar allí en el lugar y el momento oportuno-, estas suelen ser el resultado de semanas, meses y a veces años de una labor tenaz. Es el caso de la fotógrafa Dorothea Lange, cuyo trabajo se expone actualmente en el museo Jeu de Paume, en París.

Las imágenes de Lange son crudas, la otra cara de una Norteamérica optimista -y engañadora- en la que cada individuo tiene una oportunidad. El país que ella registra con su cámara revela una realidad que no es bonita a contemplar, la de los trabajadores migrantes, los desempleados, los excluidos, las víctimas de la injusticia… imágenes que emanan una gran fuerza emocional y a la vez poseen un valor documental muy concreto.

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Niña dañada, Shacktown, Elm Grove, 1936.[/caption]

Madre migrante

Dorothea Margaretta Nutzhorn nació en Hoboken, Nueva Jersey, en 1895. Su infancia estuvo marcada por dos incidentes traumatizantes: a los siete años contrajo polio, que la dejó con una cojera permanente, y cinco años más tarde su padre abandonó el hogar. Herida en lo más profundo, abandonó el apellido paterno para adoptar el de su madre, Lange.

Ya de pequeña sabía que quería ser fotógrafa, aunque no había disparado jamás una cámara. Más adelante tomó cursos de fotografía en la Universidad de Columbia, en Nueva York, donde fue aprendiz en varios estudios.

En 1918, deseosa de conocer el mundo, partió de viaje con una amiga, pero, víctimas de un robo en San Francisco, se vieron obligadas a suspender su periplo y Lange se instaló en esa ciudad que sería la suya hasta su muerte. Allí, tras trabajar en varios estudios fotográficos, fundó el suyo y se casó con el artista Maynard Dixon, con quien tuvo dos hijos. Dixon, pintor de paisajes y retratos, de quien se divorció en 1932, ejerció una gran influencia sobre ella y contribuyó a perfeccionar su sensibilidad como fotógrafa documental.

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Hacia Los Ángeles, California, 1937.[/caption]

Para entonces la Gran Depresión, que había comenzado en 1929, había azotado a todo el país. La realidad se impuso a Lange como un puñetazo en el rostro y la instó a abandonar su labor de retratista que le resultaba "inapropiada" en esa época de crisis y a salir con la cámara a la calle. Así, durante los dos años siguientes se dedicó a fotografiar situaciones que mostraban el impacto social de la recesión.

Su trabajo llamó la atención de Paul Schuster Taylor, profesor de economía de la Universidad de Berkeley, California, especialista en conflictos agrícolas y particularmente en la situación de los trabajadores migrantes mexicanos, quien en varias ocasiones usó las fotos de Lange para ilustrar sus artículos. A partir de 1935 comenzaron a trabajar en colaboración y durante cinco años documentaron la miseria rural y la explotación de los trabajadores para la Farm Security Administration -una agencia gubernamental-, Taylor recogiendo información y Lange tomando fotos que aparecían en los diarios de todo el país atrapando la atención de la opinión pública. Su colaboración y su matrimonio duraron más de treinta años.

Uno de sus trabajos más reconocidos, Migrant mother (Madre migrante), fue uno de los retratos más célebres de la historia americana. La icónica imagen, que tomó en marzo de 1936 en el campo de recolección de arvejas en Nipomo, logró captar el corazón del público, emocionó a la nación entera y fue reproducida miles de veces. En 1960, Lange confesó a la revista Popular Photography: "Tras ver a esta madre hambrienta y desesperada me acerqué a ella como atraída por un imán. No recuerdo cómo le expliqué mi presencia allí, pero recuerdo que no me hizo muchas preguntas. No le pregunté ni su nombre ni su historia. Me dijo su edad, 32 años, y que había estado alimentándose de verduras congeladas de los campos de alrededor y de pájaros que su hijos cazaban. Había vendido los neumáticos de su auto para comprar comida". Al regresar a San Francisco contó al director de un diario local las condiciones de los campos que había visitado y le entregó dos fotos, una de ellas la de la madre migrante. El director las publicó y, en consecuencia, el Gobierno envió ayuda a los campos a fin de evitar la inanición. En cuanto a la foto, Lange dijo: "Ya no me pertenece, pertenece al mundo".

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Madre migrante, la foto tomada en Nipomo, California, en 1936, es una de las más célebres de Lange.[/caption]

Curiosamente, la identidad de la retratada -Florence Owens Thompson- recién fue conocida a fines de los años 70, cuando Troy Owens, uno de los siete hijos de esta, declaró: "Ninguno de nosotros realmente comprendió cómo la foto de mamá afectó a la gente. Quizás porque nosotros la veíamos desde nuestra propia perspectiva. Para mamá y para nosotros fue un poco como una maldición. La foto puede haber salvado vidas, pero no salvó las nuestras". Sin embargo, cuando en 1983 Florence sufrió un infarto tras una operación a causa de un cáncer y se hizo necesario una asistencia permanente, Troy acudió al periódico San Jose Mercury News y este lanzó el Fondo de la Madre Migrante, que recogió la entonces asombrosa suma de 35.000 dólares. Desgraciadamente, Florence nunca se recuperó y falleció unos días después de su 80 cumpleaños. En su tumba se grabó: "Madre migrante: leyenda de la fuerza de las madres americanas".

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Centro de Reubicación Manzanar, Manzanar, California, 1942[/caption]

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