La hiperdisponibilidad




Es un hecho: estamos a un click de todo, de todos. Aunque queramos escapar de la era digital, hacer el mínimo trámite hoy, requiere de tener un celular para apuntar a un código QR y acceder a un servicio. Estamos sumergidos en un mundo donde la información y la conectividad se toman de la mano y caemos en la hiperdisponibilidad.

Pero ¿qué es la hiperdisponibilidad? En términos sencillos, la hiperdisponibilidad habla de la omnipresencia de la tecnología y cómo nos ofrece un sinfín de opciones.

Nunca lo voy a olvidar cuando, a principios de los 2000 llegó el acceso a Internet a mi casa y me prometí aprender todo lo que tuviera que ver con Psicología en un verano. Ingenuamente pensé que era un lugar limitado, algo así como una enciclopedia Encarta, nunca imaginé la inmensidad inenarrable que es hoy. Me avergüenzo de mi ingenuidad, pero también entiendo que no tenía registro de algo tan gigantesco más allá de una biblioteca.

Esa anécdota da cuenta de cómo en un par de décadas pasamos de estar disponibles de manera presencial -y quienes tenían más suerte hablar por teléfono fijo-, a estar 24/7 disponibles. De hecho, ese concepto nadie lo usaba.

Byung-Chun Han, filósofo que se ha caracterizado por ser crítico a la sociedad digital, reflexiona sobre esta forma de estar en el mundo, que lejos de ser liberadora, puede llevarnos a un estado de constante agotamiento y sentirnos alienados, ajenos del mundo. Y es que estar expuestos constantemente a la conexión dificulta nuestra capacidad de atención, pero sobre todo (y me hago cargo de mis palabras) fomenta la distracción y la superficialidad.

¿Y eso qué tiene que ver con mi salud mental? ¡Mucho! No nos damos cuenta que la sobreexposición a las RRSS y la presión para estar siempre conectados (con el clásico ejemplo de enviar un mensaje a través de Whatsapp informando “te mandé un mail”) sin duda nos provoca ansiedad y sentir que somos insuficientes.

Comparar vidas que en forma parecen perfectas con vidas como las nuestras, absolutamente imperfectas, puede provocar sentirnos inadecuados y no sentirnos parte de algo que parece importante.

Y en nuestros vínculos también nos afecta la hiperdisponibilidad, porque esa aparente conexión permanente, no necesariamente habla de una conexión emocional, lo que implica muchas veces malentendidos innecesarios como no recibir respuesta inmediata y pasar tiempo elucubrando teorías que poco tienen que ver con lo que ha ocurrido realmente. La presión de responder de inmediato puede generar conflictos si no cumplimos con las expectativas de disponibilidad de los demás. Además, estar siempre conectados facilita distraernos de las interacciones cara a cara y entorpecer la formación de vínculos significativos.

Vamos con otras ideas sobre la hiperdisponibilidad. Por ejemplo, el mito del multitasking. La investigación en Psicología indica que la multitarea disminuye la productividad y aumenta el estrés. Que cambiemos de una tarea a otra nos agota y dificulta nuestra concentración en una tarea de forma efectiva, así como también nos puede llevar a una sensación de vacío y falta de significado, porque nos impide sumergirnos de manera profunda en experiencias significativas y satisfactorias.

¿Y qué pasa con la ansiedad de la respuesta inmediata? Imaginemos que nuestro jefe nos manda un mensaje en el que necesita una respuesta ya, pero no puedes contestarle porque estás en otra cosa. ¿Te deja indiferente? Es probable que la ansiedad se dispare, quieras detenerte para responder de manera automática. La sensación de estar siempre “encendidos” nos lleva a un estado de hipervigilancia, lo que nos mantiene también hiperreactivos frente a cualquier circunstancia.

Por otro lado, la hiperdisponibilidad nos puede dar la sensación de libertad y autonomía, sin embargo, pareciera que en la práctica no es así, pues la hiperdisponibilidad se transforma en necesidad, en que finalmente terminamos autoexplotándonos o, como dice Chul-Han, convirtiéndonos en nuestros “carceleros digitales”, lo que nos aleja de la posibilidad de desconectarnos, descansar y generar espacios de goce y creatividad.

Si bien no podemos escapar de estar disponibles, sí es importante establecer ciertas estrategias como establecer límites claros en cuanto al tiempo que dedicamos a la conexión. Literalmente, designar tiempos de desconexión los fines de semana o después de cierta hora en el día puede ayudar a que nos sintamos más libres de conexión digital y podamos generar conexiones más análogas con otros o nosotros mismos.

Asimismo, tener una mirada reflexiva y crítica nos puede ayudar a navegar en las aguas del mundo digital de manera consciente y auténtica, sin demonizar la disponibilidad 24/7, si no que aprendiendo a controlar el uso de ese mundo.

¿Y tú, qué estrategia quieres establecer?

* Dominique es Psicoterapeuta -sistémica, centrada en narrativas- y magíster en ontoepistemología de la praxis clínica. Se desempeña como docente universitaria y supervisora de estudiantes en práctica. Atiende a adultos, parejas y familias. Instagram: @psicologianarrativa.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.