Las personas mayores no están en la pantalla




A fines de abril, Netflix estrenó los últimos episodios de la exitosa serie, Grace and Frankie. Una comedia protagonizada por las actrices Jane Fonda (84) y Lily Tomlin (82) que cuenta la historia de dos mujeres que se hacen amigas, luego de enterarse que sus esposos -interpretados por Martin Sheen (81) y Sam Waterston (81)- están envueltos en una relación amorosa que han ocultado por más de 20 años. Con siete temporadas y más de 80 capítulos, esta ficción se adentra en un tema que en contadas ocasiones es narrado en voces de sus propios protagonistas: la vejez. Así, en la serie se abordan diversas aristas de esta etapa asociadas a la sexualidad, las relaciones y el amor, la discriminación por edad y la falta de servicios en las ciudades, la soledad y aislamiento, e incluso la muerte. Se dibuja el paisaje de vejeces diversas y de personas que, sobre sus 80 años, siguen activas.

Según datos del Consejo Nacional de Televisión (CNTV), en Chile las personas mayores son el grupo de audiencia más grande en la televisión abierta, aumentando un 44,5% su consumo en 10 años. Se estima que, al día, ven 5 horas y 53 minutos de televisión en promedio -eso según cifras de 2021-, sin embargo, su representación y participación activa en los medios ha sido bastante escasa. De acuerdo al informe Adultos Mayores y Televisión del CNTV, publicado en 2020, un 67% de las personas sobre los 60 años cree que los mayores aparecen poco tiempo en la pantalla chica.

Así, este grupo etario ha quedado invisibilizados en el terreno de lo público. No solo porque no los vemos, sino que, como dice el estudio La representación de los mayores en los medios durante la pandemia COVID-19: ¿hacia un refuerzo del edadismo? publicado en 2020 por la Revista Española de Geriatría y Gerontología, cuando aparecen es mediante narrativas paternalistas basadas en la fragilidad, declive y dependencia. “Respecto a estas representaciones de los mayores, la imagen tradicional ha estado asociada a características fundamentalmente negativas, como el deterioro de las capacidades funcionales y tópicos de fatalidad, enfermedad, pasividad, dependencia y vulnerabilidad (…) Este tipo de representación se aparta de la realidad heterogénea que caracteriza a las personas mayores, entre los que encontramos junto a casos de dependencia y declive, muchos otros perfiles caracterizados por la fortaleza y la capacidad de resiliencia”.

Como una alternativa frente a este escenario, en agosto de 2020 se creó en Chile, Vitalidad TV, el primer canal que busca entregar contenido orientado a personas mayores. Una iniciativa impulsada por la empresa de telecomunicaciones Mundo y que busca llegar, mediante TV digital por cable, a 400 mil hogares entre las regiones de Valparaíso y Los Ríos. A esos esfuerzos, se suma la creación de producciones audiovisuales como El Agente Topo o La Once, ambas dirigidas por Maite Alberdi, que -más allá de las formas- buscan ahondar en estas temáticas con personas mayores como protagonistas. En televisión, pocas veces se ha visto a este grupo en roles principales, sin embargo, próximamente en Mega se estrenará La Ley de Baltazar, una teleserie que buscará contar la historia de un hombre, dueño de un terreno en el sur de Chile, que busca rehacer su vida luego de sufrir un infarto cardíaco en el inicio de su vejez.

Pero, ¿por qué la ficción no está contando estas historias? ¿Dónde nos perdimos? Según Agnieszka Bozanic, doctora en Psicogerontología de la Universidad de Barcelona y presidenta de la Fundación GeroActivismo, el que no veamos personas mayores en la pantalla se trata de un fiel reflejo de la sociedad edadista en la que vivimos, donde la experiencia de envejecer ha sido codificada como algo indeseable. “Esto es preocupante porque es un segmento que consume mucho contenido televisivo. Cuando se les representa, habitualmente esas imágenes vienen desde el estereotipo, asociado a alguna enfermedad o dependencia. Nunca son vidas empoderadas o que hablan desde la cotidianeidad. Al mostrar representaciones poco realistas y sesgadas, se genera un efecto directo en los coetáneos -porque se empiezan a identificar y creen que no pueden hacer ciertas cosas- y también en generaciones jóvenes porque se establecen estereotipos sobre los mayores en torno a que son ‘seniles o desaliñados’. Eso perpetua la gerontofobia que es esta idea de no querer envejecer”.

Aunque la falta de representatividad etaria se trata de un asunto transversal, en la televisión, quienes más se ven afectadas por este fenómeno son las mujeres, particularmente aquellas actrices que tienen la misión de interpretar estos roles. Así lo demuestra un informe del Instituto Geena Davis sobre Género y Medios, donde se analizaron las películas más populares de 2019 en Alemania, Francia, Reino Unido y Estados Unidos. Así, se reveló que solo 1 de cada 4 personajes sobre 50 años son interpretados por una mujer. Además, esta investigación sostiene que ellas tienen una mayor probabilidad de ser mostradas como personas confinadas, mentalmente inestables e incapaces de cuidar de sí mismas. “Hay una clara distinción por género, es decir, los hombres en la medida que avanzan con la edad se les permite seguir en roles protagónicos. Se considera atractivo envejecer, con la idea de que son más maduros. En el caso de las mujeres, eso se castiga mucho más. Cuando ya tienen canas o arrugas, salen del campo de lo considerado socialmente ‘bello’, entonces en los medios y televisión pierden esa agencia”, sostiene Alejandra Fuentes-García, socióloga y académica de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile.

La Organización Mundial de la Salud estima que en 2030, 1 de cada 6 personas en el mundo tendrá 60 años o más. Eso indica que estamos en una creciente curva de envejecimiento poblacional. Así, tener imagenes positivas y diversas respecto a la vejez no solo beneficia a quienes se enfrentan hoy a esta etapa en la vida, sino a la sociedad en su conjunto al poner a disposición nuevos modelos y referentes que entreguen pautas sobre un envejecimiento activo. “Necesitamos un contacto intergeneracional en diferentes espacios y especialmente en los medios y televisión. La idea es que a medida que se avanza en edad, las personas no sientan que están out, sino que se valoren sus experiencias y su sabiduría. Hay que entrar en un proceso de deconstrucción porque en mucho de lo que decimos o hacemos hay prejuicios o estereotipos que nos lleva a tener actitudes edadistas. Las personas mayores son ignoradas por el entorno. Entonces, hay que romper con eso que tanto afecta las relaciones y que hemos naturalizado”, dice Fuentes-García. Algo similar expresa Macarena Rojas, directora ejecutiva del Centro UC de Estudios de Vejez y Envejecimiento: “Hay que levantar modelos de envejecimiento, para decir ‘quiero ser como él o ella cuando grande’. Además de entretener, las series deberían mostrarte esas realidades e instalar preguntas que nos tocan a todos”.

Para poder construir esas asociaciones positivas entorno a la vejez e incluir a este segmento en los medios, el Consejo Nacional de Televisión ha entregado una serie de recomendaciones para comunicadores y periodistas. Algunos de los puntos tienen que ver con usar un lenguaje adecuado, promover imágenes activas, desmitificar etereotipos, y fomentar la participación y el buen trato. Y es que de lo que se trata es de mostrar a las personas mayores en todas sus facetas y dimensiones, desplegando sus historias con verdad y diversidad. “Espero que, con esta conversación que se ha abierto durante los últimos años, se comiencen a ver vejeces heterogéneas. Porque así como hay personas que tienen problemas o son más dependientes, también hay otras que no lo son, y no tienen por qué entrar todas en el mismo paraguas. Todas esas historias, en su singularidad, son válidas e importantes. Hay que ponerse al servicio para crear otras representaciones que apunten hacia un imaginario real”, finaliza Agnieszka Bozanic.

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