Carolina Selman: “Esta pandemia nos ha dejado extenuados, pero ha sacado lo mejor de nosotros”
La subdirectora de Unidades de Diagnóstico de la Fundación Arturo López Pérez está a cargo de coordinar la producción de plasma para pacientes con coronavirus a lo largo del país.

Hasta el momento no existe una vacuna probada para prevenir el Covid-19, virus que solo en Chile ha cobrado la vida de más de cinco mil personas y que a nivel mundial aún no se logra controlar. Laboratorios internacionales y nacionales están en una carrera contra el tiempo para encontrar la vacuna, pero en el intertanto, otros profesionales de la salud están implementando una alternativa de tratamiento que ha logrado mejorar la situación de pacientes graves.
“El coronavirus infecta al cuerpo, el cual reacciona y genera anticuerpos. Cuando el paciente se agrava, es porque no ha generado los anticuerpos suficientes o tiene factores de riesgo que hacen que se agrave más rápido que su producción de anticuerpos. En este contexto, el plasma entrega anticuerpos de una persona recuperada a otra que está enferma, y de esa forma neutraliza el virus evitando que pueda hacer mal”, explica la subdirectora de Unidades de Diagnóstico de la Fundación Arturo López Pérez, Carolina Selman.
Actualmente, Selman está a cargo de coordinar la producción de plasma para pacientes graves con coronavirus a lo largo del país, trabajo gracias al que ha podido colaborar, de manera inédita, con profesionales de instituciones públicas y privadas por igual con el fin último de dar la pelea. “No es una terapia probada, es experimental. Hay muchos médicos que no lo consideran como una alternativa y por eso no lo usan en sus pacientes, pero al menos tenemos la tranquilidad de que si alguien lo ha solicitado, se le ha enviado”, advierte. En sólo dos meses han llegado a 200 pacientes y esperan llegar a mil.
¿Por qué la Fundación Arturo López Pérez, dedicada a pacientes con cáncer, lidera un tratamiento para el coronavirus?
Es muy anecdótico. El 23 de marzo, cuando el coronavirus ya había aterrizado en Chile, empezamos a preguntarnos qué íbamos a hacer con nuestros pacientes. Por como había sido la pandemia en otros lados, sabíamos que en algún momento se iba a dar el dilema de la última cama y que los servicios de salud se iban a manejar de manera central, por lo que no íbamos a poder atender a nuestros pacientes oncológicos. Y en otros lados, ellos iban a pasar a segundo plano, porque en muchos lugares no los ingresan a la UCI porque tienen expectativa de vida menor. Raimundo Gacitúa -Jefe de Hematología de la FALP- nos contó que quería hacer un proyecto en pacientes oncológicos y no oncológicos, originalmente para tratar a 200 personas. Hicimos un pequeño comité médico y dijimos, bueno, tenemos la capacidad técnica, tenemos la capacidad humana, y tenemos las ganas de hacerlo. Somos un grupo joven y bien prendidos para hacer cosas nuevas y decidimos llevar la propuesta a la gerencia. Teníamos la idea de lanzar el proyecto par apoyar a pacientes oncológicos y no oncológicos, pero al sacar los costos, nos dimos cuenta de que no lo íbamos a poder pagar. Pero hablamos con la gerencia y la verdad es que la respuesta fue súper buena. Nos dijeron que ellos pedirían fondos a la SOFOFA y a otros lugares. Así, nosotros nos encargamos de lo técnico y ellos de lo económico.
¿Y cómo fue dar inicio a la investigación?
Fueron días súper intensos, porque en ese momento con lo único que se contaba era con PCR para la detección de coronavirus, no con test serológicos para mirar el nivel de anticuerpos. Teníamos que producir plasma en un periodo corto, así que partimos el 23 de marzo y el 9 de abril ya teníamos la primera producción. Todas las empresas a las que usualmente les compramos test iban a traer a Chile recién en mayo, pero tuvimos la buena suerte de que un proveedor súper chico había traído dos kits. Una clínica que desarrolló un proyecto propio se quedó con uno y nosotros con otro. Tuvimos que hacer como una división de los panes para hacerlo durar.
Además de la FALP, ¿quiénes están participando en este proyecto?
Generalmente, los servicios privados funcionan siempre como privados, cada uno tiene su feudo y su metro cuadrado. Y los servicios públicos funcionan como servicios públicos, y no interactúan con los privados. Cada uno se suele rascar con sus propias uñas. Pero ahora estamos trabajando juntos. Hay bancos de sangre públicos interactuando con los bancos de sangre privados. Hay instituciones en Elqui, que es una clínica en La Serena, ayudando a hospitales públicos. No se ve eso de atender solo a los propios pacientes. Si alguien lo necesita en Santiago o en Magallanes, se le envía. Por primera vez podemos decir que se está haciendo un trabajo mancomunado, todos por el beneficio del paciente. Esta pandemia nos ha dejado extenuados, pero ha sacado lo mejor de nosotros y nos ha demostrado cómo podemos trabajar en equipo.
Así como hay una primera línea en las urgencias, ustedes están funcionando como una especia de backstage.
Exacto. Yo estoy en la fundación de lunes a lunes. Tengo una hija de 6 años que constantemente me pregunta a qué hora voy a llegar, y cuando vuelvo a casa la mayoría de los días está durmiendo. Pero ella me llena la oficina de dibujos que dicen: “vamos doctores”, “vamos FALP”. Es mucho trabajo, ya que estamos contra el tiempo.
¿Cómo encuentran el sentido en medio de tanto trabajo?
Cuando ves que un paciente va mejor, le encuentras sentido a lo que haces. Hace años lidero grupos de trabajo, pero por primera vez estoy liderando un equipo como este. Cuando estoy cansada -porque de verdad es mucho trabajo-, veo el esfuerzo de todos y me doy cuenta de que estoy viviendo una experiencia especial. Recibir mensajes de médicos de todo Chile contándote que un paciente salió de ventilación mecánica y que lo dieron de alta, para nosotros es un shock de energía.
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