Familia discriminada por Covid-19 positivo: “No somos bichos raros”




"Hace tres semanas con mi familia recibimos la noticia que probablemente todos temen escuchar: uno de los nuestros, en este caso mi hermana menor, se había contagiado con Covid-19. A partir de ese momento inició para todos una etapa muy dura, no solo porque temimos por la salud de mi hermana –quien afortunadamente se recuperó por completo y actualmente está sana– sino por un efecto secundario que no habíamos sospechado que este virus traería consigo: discriminación hacia los enfermos.

Mi hermana es profesional del área de la salud y trabaja hace años en una institución de la red pública. Entre sus labores diarias durante la pandemia, debía tratar a pacientes que podrían haber estado contagiados antes de que se les diera un diagnóstico confirmado, lo que la exponía diariamente al riesgo de contagiarse con el virus sin saberlo. Un día, después de completar su turno, comenzó a sentirse mal y ante los síntomas decidió avisar a su jefatura. Con el aviso se pusieron en práctica los primeros protocolos y la dejaron con licencia médica mientras le hacían el examen para confirmar si efectivamente tenía o no coronavirus. A los cinco días, nos ratificaron que ella se había contagiado. Las instrucciones eran aislamiento total mientras monitoreaban el avance de la enfermedad. Durante ese período, se sometió a varios chequeos en el hospital y para ellos tuvo que se trasladada en ambulancia. La fueron a buscar a su departamento avisando en conserjería que venían a retirar a una paciente Covid positivo, vulnerando la privacidad del paciente y divulgando un diagnóstico que debiese permanecer privado.

Yo no tuve contacto con ella durante ese período, pero avisé de todas formas en mi trabajo de su situación porque también soy profesional del área de la salud. Preferí mantener a mi jefatura al tanto porque sí existía la posibilidad de que mis padres se hubiesen contagiado con el virus, y yo había estado en contacto con ellos. Como familia, hasta entonces, todavía no habíamos experimentado ninguna situación discriminatoria y creíamos que ser abiertos con lo que estaba pasando era lo correcto. Pero lo que pasó con mis papás me mostró otra realidad.

Ellos viven en el campo, en la Sexta Región, y días antes de que mi hermana comenzara a sentirse mal, habían viajado a Santiago para abastecerse de algunas provisiones durante la cuarentena. En ese viaje habían tenido contacto con ella por algunos minutos, así que en cuanto supimos que mi hermana estaba contagiada fueron a hacerse el examen al hospital más cercano de forma preventiva. Allí les dijeron que no era necesario someterlos al test, porque no habían presentado síntomas, pero sí tomaron todos sus antecedentes y les crearon una ficha clínica con todo el historial de la familia. Mientras esto ocurría, mis padres veían cómo mucha gente se paseaba por fuera del box donde estaban siendo atendidos y los observaban como si estuviesen en una vitrina. Cuando increparon al doctor que los recibió, él les dijo que no se preocuparan, les aseguró que toda la información que entregaran era confidencial y que todo era parte del procedimiento normal.

Sin embargo, la realidad fue algo muy diferente a lo que se les había prometido. De alguna forma en la comunidad rural en la que viven se comenzó a esparcir el rumor de que mis papás se habían contagiado con el virus, que tenían síntomas de la enfermedad –informaciones que no eran correctas–, y entre los vecinos se comentaba que el contagio se había producido porque una de sus hijas tenía Covid-19. Ellos supieron de estos rumores porque días después de ir al hospital llegó Carabineros hasta su casa porque habían recibido una denuncia anónima informando que mis padres y una de sus hijas estaban contagiados. La única posibilidad es que estas verdades a medias se filtrasen desde la ficha clínica en el hospital, porque nadie en nuestra familia sabía.

Mis papás viven en una comuna pequeña en la que hasta la fecha no ha habido casos confirmados, por lo que la gente hace muchos comentarios cuando se sospecha de que alguien pudiese ser diagnosticado con Covid-19. Supimos que hasta el municipio recibió cartas y reclamos pidiendo que sacaran a mis padres de su casa porque estaban contagiados. Me angustia pensar que la gente pueda llegar a ser tan poco solidaria, sobre todo en una comunidad tan pequeña como la habitan ellos. Que vean a las personas contagiadas como bichos raros que hay que discriminar o estigmatizar.

Nadie quiere contagiarse y todos estamos asustados, pero nada de eso justifica discriminar a quienes están enfermos, sino todo lo contrario. Es el momento de apoyarnos y ayudar".

Andrea Muñoz (33) es odontóloga.

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