Hablemos de amor: Durante años compartimos trayecto. Después, compartimos la vida
Fue en su rutina de años camino a la universidad que Paula se empezó a cruzar con un desconocido. Lo que partió como una simple coincidencia se transformó en una historia de amor inesperada.
En 2009 comencé a estudiar Psicología en una universidad cerca de mi casa, lo que me permitía ir caminando todos los días. Fue en ese trayecto —siempre el mismo, siempre a la misma hora— donde empecé a notar a una persona que, con cierta regularidad, aparecía en mi camino. Nunca supe hacia dónde iba, pero durante años “compartimos” ese breve momento: él unos pasos adelante, yo detrás, sin cruzar palabra.
Pasaron cerca de tres años de encuentros mudos, hasta que un día lo vi en mi universidad. Supe su nombre por casualidad, al oírlo en uno de los pasillos. No niego que me puse nerviosa. En todo ese tiempo se había convertido en una especie de desconocido familiar.
Los nervios también tenían otra razón: siempre lo encontré guapo. Pero al saber que tenía pareja, entendí que no era opción. Quedó relegado al archivo de los amores platónicos: esos que no hacen daño, pero tampoco se olvidan.
Cuando empecé mi práctica profesional, me di cuenta de que íbamos a cruzarnos con frecuencia: él estaba terminando el mismo proceso en la misma institución. No compartíamos más que ciertos horarios entre pacientes.
Al principio, no teníamos mayor vínculo. Apenas unos saludos y algún intercambio administrativo. Una de esas veces le pedí su correo para que me enviara unos documentos. Fue el primer gesto que marcó un pequeño cambio.
Desde entonces, comenzamos a hablar un poco más. Nada profundo, apenas algunas frases entre turno y turno. Yo le contaba cosas, él escuchaba a medias y se reía con simpatía, como quien está, pero no del todo.
Pasaron meses y, en plenas vacaciones de verano, recibí un correo suyo a las cinco de la mañana. Me contaba que había vuelto de viaje y proponía que nos viéramos.
No era un mensaje romántico, pero tampoco neutro. Algo tenía. Respondí con cautela, y al poco tiempo empezamos a salir. Primero fueron cafés y caminatas sin ninguna pretensión —o al menos eso me repetía—. Pero había una tensión suave, sutil, que empezaba a colarse entre las palabras.
Con cada encuentro nos sentíamos más cómodos, hasta que una tarde, después de una salida como tantas otras, nos dimos nuestro primer beso.
Fue algo que no me esperaba. Quizás esta larga historia de coincidencias me había hecho creer que siempre sería un amor platónico; siempre cerca, pero lejos. De hecho, si algo llegué a pensar en algún momento, fue que nos habíamos convertido en amigos, y que las cosas seguirían así.
Siempre lo había encontrado mino. Demasiado mino para mí, si soy honesta. Por eso, cuando me besó, no solo me sorprendí: sentí que algo improbable estaba ocurriendo. Llegué a mi casa casi sin creerlo y le conté a mis amigas, entre risas y emoción, que mi amor platónico de la universidad, por fin, me había pescado.
No tenía grandes expectativas. Me parecía tan fuera de mi alcance, que preferí disfrutar sin pensar demasiado. Pero empezamos a salir y, con el tiempo, sin apuro y casi sin darnos cuenta, comenzamos a pololear.
Cuando nos casamos, hicimos parte de la ceremonia la historia de cómo, durante años, nos cruzábamos sin hablarnos camino a la universidad. Lo hermoso fue descubrir que él también me había notado, que también me miraba desde la distancia sin saber quién era yo.
Hoy ya no estamos juntos. Nos separamos de común acuerdo, después de un proceso difícil y doloroso. No fue fácil alejarnos, pero lo hicimos con respeto y cariño. Y aunque el amor de pareja se transformó, seguimos teniéndonos afecto y confianza. A veces nos escribimos, nos mandamos memes, alguna copucha. Nada trascendental, pero lo suficiente como para saber que el otro sigue ahí.
Me emociona saber que está bien, que tiene una hija preciosa y que es feliz. Me llena el corazón saber que lo que compartimos fue bueno, genuino, y que guardamos esa historia con gratitud.
Lo último
Lo más leído
2.
3.
4.
5.
Contenidos exclusivos y descuentos especiales
Digital + LT Beneficios$3.990/mes por 3 meses SUSCRÍBETE