Mujeres que impactan: Blanca Zegers y su terapia con caballos
Blanca creó Fundación Bayos, un modelo de salud integral que combina naturaleza, vínculo humano y terapia asistida con caballos. Su objetivo: ofrecer atención oportuna y transformadora a niños y familias que muchas veces han sido invisibilizadas por el sistema tradicional.
Blanca Zegers creció en El Paico, un rincón rural de la comuna de El Monte, rodeada de naturaleza, caballos, música y espiritualidad. “Crecí en el campo, con mi familia, con mucho cariño y juegos simples: trepaba árboles, construía casas de fardos, jugaba con mis primos. Esa infancia marcó profundamente mi forma de ver la vida y está muy relacionada con lo que hago hoy”, cuenta.
La influencia de sus padres fue decisiva. De su papá —espiritual, creativo, músico, con un vínculo profundo con los caballos— heredó la búsqueda de sentido. “Siempre nos decía: ‘¿Y esto para qué? ¿Desde dónde surge? ¿Qué de ti está puesto en lo que estás haciendo?’”, recuerda. De su madre aprendió el valor de lo colectivo. “Fue una mujer muy trabajadora, que acompañó a distintas comunidades hasta crear su propia fundación y un programa para adolescentes embarazadas. Yo crecí viendo cómo nacía una fundación, cómo se armaban programas… y eso me marcó profundamente”.
Esa herencia familiar la guió también al momento de elegir su camino profesional. Estudió Terapia Ocupacional, una carrera que —según dice— le calzó “como anillo al dedo”. Durante más de 15 años trabajó en el área clínica, especialmente en instituciones como Coaniquem, donde se impregnó de principios que hasta hoy defiende: trabajo en equipo, enfoque humano, acceso universal a las terapias y la convicción de que el bienestar no puede depender del bolsillo. “Me marcó profundamente entender que un buen servicio terapéutico debe llegar a quien lo necesite, no solo a quien puede pagarlo”.
Más tarde la vida —y la maternidad, que llegó con el tiempo— la empujaron a hacer un cambio profundo. Junto a su esposo Sebastián y sus hijos, se trasladaron a Pucón en busca de una vida más coherente con sus valores. En ese entorno natural, su vocación por la infancia vulnerable, el amor por los caballos y su formación profesional comenzaron a entrelazarse, abriendo paso a una nueva etapa.
“Me costaba aceptar que en las zonas rurales la falta de acceso se asumiera como algo normal. Me decían: ‘Así es la vida acá’, pero yo veía que había potencial, que se podía hacer más”, cuenta. Empezó dando charlas en cafés, visitando jardines infantiles, tocando puertas. Hasta que abrió una pequeña consulta y comenzó a atender a quien llegara. “Pero llegó un momento en que necesitaba algo más: un equipo humano, un espacio, una visión mayor”.
Fue entonces cuando los caballos volvieron a cruzarse en su camino, esta vez como verdaderos co-terapeutas. La conexión que observó entre los niños y los caballos, en medio del bosque, fue tan potente que comprendió que había encontrado algo único. “Lo que ocurría en esas sesiones era profundamente transformador. Vi cómo la naturaleza y los caballos entregaban lo que yo sola no podía”.
Así nació Fundación Bayos en 2020, un proyecto que no solo entrega terapia, sino que propone un modelo replicable que integra salud, naturaleza y vínculo humano. “La práctica clínica se traslada al bosque”, explica Blanca. “Eso significa que no dejamos de hacer salud, solo que lo hacemos desde un entorno vivo, orgánico, que promueve el bienestar desde lo más profundo del ser”.
La fundación integra evidencia científica sobre los beneficios del contacto con la naturaleza —como la disminución del cortisol, el aumento de la creatividad y la mejora en la atención— con el enfoque clínico de terapeutas ocupacionales, psicólogos, kinesiólogos, fonoaudiólogos y psicopedagogos. A eso se suma un elemento central: la interacción con los caballos, cuyo movimiento, energía y forma de vincularse —sin necesidad de palabras— resultan profundamente reguladores para niños con desafíos sensoriales, emocionales o motrices.
“Los caballos no miran de frente, miran de lado. Para un niño del espectro autista, eso significa no sentirse invadido. Hay una calma en ese encuentro, una honestidad que no juzga. Es tan potente que a veces pienso que los humanos deberíamos aprender de ellos”, reflexiona.
Bayos trabaja hoy con más de 250 familias con tratamientos sistemáticos, oportunos y accesibles al año y ha formado un equipo humano sólido, con sesiones que combinan trabajo en sala, naturaleza y contacto con animales. “Muchos niños llegan con la autoestima muy baja, y aquí logran hacer algo valioso, construir algo con sus manos, vincularse desde otro lugar”, cuenta. Pero quizás el mayor cambio ocurre en la familia. “Cuando trabajamos en la naturaleza, la experiencia se replica. La mamá ve que puede repetir en casa con piedras, palos y tierra lo que acá se hace con propósito”.
Potenciar iniciativas como Fundación Bayos que realizan más de 6.000 atenciones al año, permite visibilizar nuevas formas de hacer salud, integrando naturaleza, vínculos y territorio en el corazón de la terapia. En ese sentido, el respaldo de Mujer Impacta ha sido clave para dar visibilidad a su modelo, fortalecer su mensaje y proyectar su impacto más allá de la ruralidad de Pucón.
Su próximo paso es formalizar el “Sello Bayos”, para certificar espacios que integren naturaleza, animales y salud profesional con enfoque comunitario.
“Podría haberme quedado con dos caballos en mi casa atendiendo a quien llegara, pero algo dentro de mí me impulsó a ir más allá. Este modelo tiene que multiplicarse”, dice Blanca. “El desarrollo humano no puede depender solo del cemento, de la urbanidad o de grandes centros. La ruralidad tiene su propia fuerza, su propia belleza. Y desde ahí también se puede hacer salud, profunda y transformadora”.
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