Nuestras lectoras preguntan: ¿Cómo afectan los dibujos animados a los niños?

La maternidad, al ser un mundo desconocido para quienes se enfrentan a ella por primera vez, viene llena de preguntas e incertidumbres. En Paula queremos acompañarte en este proceso muchas veces complejo, buscando las respuestas a tus inquietudes.




LA PREGUNTA

“Antes del confinamiento la rutina de mi hija de 4 años estaba mucho más armada. Iba al colegio en las mañanas y en las tardes un rato a un taller de actividades, por tanto el tiempo que pasaba frente al televisor era reducido y por lo general lo hacía cuando yo estaba con ella descansando. Desde que comenzó todo esto, he tenido que trabajar desde la casa y no me alcanza el tiempo para armarle actividades, por lo que pasa mucho tiempo viendo televisión. Me preocupa porque es muy fanática de las princesas y el otro día me preguntó si yo tenía un príncipe y cuándo me iba a venir a buscar. Por eso quisiera saber si a su edad son capaces de entender qué es la ficción y cómo debería explicárselo”.

Alejandra Hormazábal, 38 años.

LA RESPUESTA

Según la Sociedad Americana de Pediatría, lo recomendable en niños menores de 2 años es que no pasen tiempo frente a la pantalla y en los mayores de 2 años, un tiempo límite de 2 horas al día. Dicho esto, y en el entendimiento de que vivimos una situación excepcional de confinamiento producto de la pandemia, es importante establecer que las niñas y niños pueden verse enfrentados a más horas de pantalla que lo recomendado.

A pesar de eso, es importante que los padres sepan que a esa edad –menos de 5 años– las niñas y niños no son capaces de distinguir entre realidad y ficción. Así lo explica la neuróloga infantil de Vidaintegra, Perla David. “Al ver dibujos animados los niños pueden construir un mundo real equivocado. Por ejemplo, si ven a superhéroes haciendo cosas sobrenaturales como lanzarse de un edificio y luego levantarse como si nada, puede que el menor piense que él también lo puede hacer si no lo ve en un contexto. Es más, en el mundo existen casos de pequeños que se han tirado por la ventana pensando en que pueden volar”.

Por eso, dice Perla, es importante sentarse con ellos y conversar sobre lo que están viendo. Y dentro de lo posible, limitar las horas. “Cuando pasan muchas horas frente a una pantalla se retrasa el desarrollo cognitivo conductual y disminuye la calidad y variedad del lenguaje. Esto, debido a que el aprendizaje es un proceso activo”, explica. Y agrega: “Los adultos somos televidentes activos, lo que quiere decir que seleccionamos el contenido que queremos ver de acuerdo a nuestro interés y podemos cuestionar lo que allí dicen. Sin embargo, los niños a esa edad no son capaces de hacer este ejercicio”.

Tampoco pueden manejar sus emociones solos frente a una pantalla. “Las niñas y niños pueden iniciar la búsqueda de sus emociones y sensaciones viendo televisión, incluso cuando ven programas educativos, aumentar la capacidad imaginativa y creativa. Pero también pueden generar o aumentar la ansiedad y la agresividad en las relaciones con otros, cuando es eso lo que ven en la pantalla”, complementa la experta.

Por eso, y entendiendo que en estas semanas los pequeños pasarán más tiempo frente a la pantalla, David recomienda:

  • Escoger el contenido: idealmente que sean programas educativos, donde exista una interacción o invitación a moverse o a crear.
  • Conversar sobre lo que están viendo: si ven una película de superhéroes o princesas, hablar con ellos y preguntarles si les parece bien o mal que pase equis cosa. Eso abrirá paso a una conversación que les permita entender que no todo lo que ven es real, y a los padres a su vez entender cómo ven la realidad sus hijos.
  • Escoger el lugar: lo ideal es que haya luz natural. Evitar que vean televisión muy cerca de la pantalla porque los niños tienen fotosensibilidad, y si ven con la luz apagada muchas horas podrían desarrollar crisis epilépticas.
  • En la noche no: la televisión interfiere en sus etapas del sueño, especialmente en la etapa restauradora, y se ha demostrado que los trastornos del sueño producen trastornos cognitivos y conductuales. Las niñas y niños se ponen más lentos y poco comunicativos.
  • No comer viendo televisión: también existe una asociación entre muchas horas de pantalla y obesidad infantil. Esto porque es una actividad sedentaria, pero además porque lo que ven en ocasiones les produce ansiedad.
  • Reforzamiento positivo: cuando logramos que un pequeño cambie de una actividad pasiva como la pantalla a una activa, y se entretenga creando algo o compartiendo con su hermano, por ejemplo, debemos estimular ese esfuerzo con reforzamiento positivo. No con premios, sino que con frases positivas.

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