Nuestras lectoras preguntan: No puedo disfrutar el presente

Todos alguna vez experimentamos la profunda sensación de haber perdido el rumbo y el sentido con lo que hacemos y quienes somos, algo que envuelve el trabajo, el lugar donde vivimos, la pareja, o todas a la vez. ¿Qué se hace cuando la brújula interior deja de marcar el norte? La incomodidad y ansiedad asechan, la presión social aumenta y la frustración también. Aquí, con la ayuda de tres especialistas damos luces para reactivar el radar desde la sicología, la terapia con cristales y el coach ontológico.




LA PREGUNTA:

“Hace un buen tiempo que me siento fuera de lugar. Por esa razón comencé a viajar, renuncié a mi trabajo y me puse a hacer cursos de cosas distintas a mi profesión. Aunque he probado diferentes fórmulas no logro reconectar conmigo o descubrir qué me gusta y qué quiero hacer. Me siento más perdida que nunca. Creo que es porque no logro disfrutar del presente y vivo esperando otra cosa, aunque no sé qué”.

Camila, 33 años

LA RESPUESTA:

La cultura occidental asocia el éxito y la felicidad a logros externos y materiales, por lo que se transforman en una meta a seguir. “Estamos en la persecución de la felicidad, la que se suele visualizar como una meta. Muchas veces esas altas expectativas hacen que el sacrificio para llegar a ella sea tan alto, que al lograrla no solo no alcanzamos la felicidad deseada, sino por el contario, nos sentimos, vacíos, infelices y nos proponemos otro fin más ambicioso y difícil de alcanzar. Las emociones tienen temporalidad y aquellas asociadas al miedo, la incertidumbre y la angustia suelen situarse en el futuro, en lo desconocido. Por su parte, las emociones relacionadas a la tristeza, nostalgia y melancolía suelen asociarse al pasado. Y la alegría, dicha y felicidad están en el presente”, explica la psicóloga de Fortalece Consultora, Ana María Abarca.

El coaching nos invita a ser conscientes de las palabras que utilizamos para expresarnos. En este sentido, la coach ontológica y organizacional Francisca Cox (@franciscacoxjackson) hace hincapié en lo que la lectora expresa al decir ‘estoy más perdida que nunca’ y recomienda reemplazar, por ejemplo, por: ‘es en un momento para redefinirme, en una búsqueda de mí misma para reencontrarme y conectar con lo que me resuena y entusiasma’. “No se trata de invalidar las emociones, sino de observarlo desde otro prisma. Esa sola aproximación crea un cambio interno que permite abordarlo de una forma diferente y cambiar la tónica. Así, se generan cambios internos, ya que al ser un relato con una connotación positiva, también catalizará pensamientos positivos al respecto”.

Vivir en el presente y conectar con la gratitud

“Una estrategia para incrementar nuestro bienestar es centrarnos en el presente, y para eso un elemento muy potente es la gratitud. Agradecer lo que tenemos nos permite, por un lado, centrarnos en lo positivo y, por otro, nos trae de vuelta al hoy. Esto es algo que podemos y debemos entrenar, pues nuestro cerebro está comúnmente programado para ver lo que falta como mecanismo de protección. Entonces, a fin de disponer a nuestro cerebro en la gratitud, es necesario generar el hábito. Un muy buen ejercicio para esto es, todas las noches antes de dormir, anotar en una libreta 3 cosas por las que estás agradecida, desde lo más básico como, por ejemplo, tener un techo, hasta lo más sofisticado. Haz este ejercicio durante 21 días, tiempo necesario para que la gratitud comience a ser un hábito”, aconseja la psicóloga.

La aceptación es otro elemento que nos trae al presente e implica objetivar lo que estamos viviendo, sin juzgarlo. Para ello poner atención a los sentidos y las emociones es importante. “Cuando aceptas que estás en una crisis y lo permites, algo internamente se calma y liberas el peso de no saber qué hacer. El caos nos lleva a la necesidad de resolver el futuro y a revivir vivencias del pasado. Reconectar conscientemente con el día a día es clave para redirigir la atención al momento y conectar con el disfrute. Si logramos sostener esta práctica, nuestra predisposición a lo que vivimos cambia y naturalmente surge la gratitud, logrando una actitud más positiva frente a lo que tenemos y no nos habíamos dado cuenta por el afán de esa búsqueda de resultados. La felicidad es un estado que habita en nosotros cuando estamos en sintonía con la vida y liberamos las expectativas y el deseo de encontrar en lo externo nuestro bienestar. Desde el mundo de los cristales recomiendo usar el ónix negro, una piedra que nos recuerda el aquí y ahora para no boicotear nuestra felicidad. Nos permite tomar consciencia de las acciones que hacemos que nos sacan del presente, de esa manera podemos disfrutar de las cosas simples de la vida. Puedes tenerlo en una foto de fondo de pantalla en tu celular, llevarlo en alguna joya permanentemente, o meditar visualizando esta piedra”, sugiere la gemoterapeuta.

Por último, no olvidar bajar la autoexigencia y aumentar la dosis de autocompasión. Las nuevas formas de pensar, son en realidad cambios de hábitos que requieren tiempo para ser integrados. “Las mujeres solemos ser más compasivas con el resto que con nosotras mismas, somos muy autoexigentes y en ocasiones auto flagelantes. Observen cómo está su diálogo interno, desde que nos despertamos hasta que nos acostamos, qué es lo que comúnmente nos estamos diciendo, ¿somos amorosas o nos castigamos? ¿Qué necesito?, ¿Qué me hace bien?, son preguntas que pueden responderse mejor en espacios de gratitud y emociones placenteras. Visualiza un momento en el que te sentiste contenta, alegre. Identifica qué estabas haciendo en ese momento, con quiénes estabas compartiendo, cuál era tu sentido en ese momento. Y de esas situaciones, comienza a identificar elementos comunes que suelan darte alegría y repítelos”, concluye la psicóloga.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.