Nuestras lectoras preguntan: Mi hijo se aburrió de las clases virtuales

La maternidad, al ser un mundo desconocido para quienes se enfrentan a ella por primera vez, viene llena de preguntas e incertidumbres. En Paula queremos acompañarte en este proceso muchas veces complejo, buscando las respuestas a tus inquietudes.




PREGUNTA

Como muchas madres, cuando partieron las clases virtuales tuve un tiempo de acomodo en el que todo era nuevo y nos costó adaptarnos. Pero pasados los primeros dos o tres meses, nos acostumbramos y todo comenzó a fluir. Sin embargo, estas últimas semanas siento que hemos retrocedido. Mi hijo, que está en segundo básico, otra vez no quiere hacer las tareas ni participar. Y más encima, a diferencia del primer semestre, ahora sí son obligatorias porque los tienen que evaluar. ¿Qué puedo hacer para motivarlo?

Laura Novoa, 30 años.

RESPUESTA

“En las últimas semanas ha pasado que los padres y madres llegan a la consulta preocupados porque ya no tienen cómo motivar a las niñas y niños para que entren a las clases online del colegio”, cuenta la psicóloga infantil de VidaIntegra, Karina Navarro. Explica que esto se debe a que el telestudio ha sido un proceso que en un comienzo necesitó de adaptación, pero que a eso hoy se le suma la adhesión, un punto más complejo dado que niñas y niños están más cansados en este segundo semestre. Y agrega que esto no solo tiene que ver con el contexto actual, ya que en un año normal la curva es similar: durante octubre se empiezan a presentar dificultades debido al agotamiento.

Obviamente enfrentarse a un sistema de aprendizaje nuevo le suma estrés. “Y esto se acentúa en el caso de niñas y niños que han tenido menos recursos tecnológicos y que, por ejemplo, se van visto saturados de guías”, agrega Navarro. Se trata entonces de un cansancio general, incluso a nivel país, que también afecta a los menores de edad.

Y además, muchos colegios comenzaron recién con las evaluaciones el segundo semestre porque, como al comienzo no se sabía cuánto tiempo podría durar esto, hubo una suerte de experimentación en el primer semestre. “Esto ha hecho coincidir el tiempo de evaluaciones con el de mayor cansancio en niñas y niños. Y por tanto para los padres y madres puede ser más difícil sentarse con ellos a estudiar, porque hay más desconcentración y déficit atencional, que no necesariamente es crónico, pero sí se debe a la adaptación”.

En ese sentido, las rutinas son importantes. “Hacer lo mismo que si fueran al colegio es de gran ayuda. Es decir, levantarse todos los días a la misma hora, bañarse, tomar desayuno y luego entrar a la clase. Es mejor hacer el trabajo escolar en la mañana porque si es en la tarde, las niñas y niños se levantan tarde y pierden prácticamente todo el día”, aconseja la experta y dice que si las clases están programadas en la tarde, lo ideal es que igual se levanten temprano y hagan otras actividades como juego o tareas pendientes durante la mañana".

Esto es clave porque los trastornos del sueño han sido uno de los principales problemas en este tiempo. “Hay dificultades para dormir y mantener el sueño durante la noche. Y si eso no se ordena, podemos pensar que solo se trata de que las niñas y niños están aburridos de las clases online, pero lo que hay detrás es una desprotección al ambiente educativo. Actualmente dormirse tarde es el principal problema que están teniendo las niñas y niños. Y si se acuestan tarde, luego es muy difícil que se levanten con ganas y concentrados a una clase”, aclara Karina.

La invitación entonces es que las madres y padres mantengamos una rutina normal y adecuada considerando que es difícil, pero teniendo en cuenta que un buen descanso y tener diversas actividades en el día –escolares y de juego– les permite a los menores sobrellevar de acá a diciembre todo lo que queda. Porque además, no sabemos cuánto tiempo más estaremos así y por tanto es bueno pensarlo a largo plazo. “Quizás el error ha sido pensar que esto es un paréntesis, un periodo determinado. Pero no sabemos cuánto tiempo vamos a estar así, y en ese sentido lo mejor es no resistirse y aceptar que es una situación compleja. Esa aceptación va de la mano de una normalización de las nuevas rutinas”, dice Karina, y agrega que en el caso de los niños no es recomendable plantear rutinas por un tiempo determinado. “Ellos no tienen el mismo concepto de temporalidad que los adultos y no entienden cuando uno les dice que podemos estar así 4 o 6 meses”.

Y por último dice que aunque sea complejo porque se entiende que las madres y padres también están con sus rutinas alteradas y con cansancio acumulado, ya llevamos varios meses que les pueden haber permitido vivenciar esta experiencia y organizar en función de ello. “Si las niñas y niños no tienen una rutina, probablemente duerman mal y eso los lleve a despertar cansados y tener mala concentración. Ni siquiera se trata de que todo el día estemos mirando que cumplan una rutina, basta con crearla y luego de un tiempo solitos la van a cumplir. Esa autonomía es un beneficio también para los padres, porque les permite tener tiempos de descanso y evitar situaciones de estrés”, concluye.

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