Pop y cebolla contestatario
Con una fórmula que mezcla rancheras, bachata, cumbia y chamamé, por estos días los éxitos de este dúo de hermanos coihaiquinos circulan en algunas radios más rápido que los de Marco Antonio Solís o Américo. Son éxito de ventas, pero se mantienen al margen de los shows televisivos. Le cantan al amor con la misma potencia que al drama de vivir endeudado, y apoyan sin escrúpulos causas políticas y medioambientales. Así es el dúo que rechazó actuar en el Festival de Viña.

Paula 1141. Sábado 15 de febrero de 2014.
"En verdad, no nos dimos cuenta de lo populares que éramos, hasta que en el verano de 2011 teníamos confirmada una gira de 60 fechas en todo Chile", dice Enzo Vásquez, 31 años, cola de caballo, compositor, arreglista, masterizador y productor de los discos de la banda que tiene junto a su hermano y que desde 2010 se ha transformado en la más vendedora del mercado de la música nacional. Solo su primer disco, Contigo pop y cebolla, vendió 60 mil copias, superando a artistas como Adele, One Direction y Justin Bieber; duplicando en ventas al último trabajo de Américo, Yo soy, y triplicando a Música libre, de Los Búnkers, aparecidos también en 2010.
Ahora Los Vásquez, el dúo que saltó a la fama con hits románticos como No me quería o Miénteme una vez, y que compuso Basta en 2011, canción que recogía las demandas del movimiento social estudiantil, se prepara para entrar a escena en el Festival Maipú Canta. En el lapso de una hora que pasan en el camarín antes de actuar, y donde se desarrolla esta entrevista, interrumpen la conversación el alcalde de la comuna y su ataviada esposa, quienes pidieron saludarlos antes de que cantaran en el cierre de la primera noche de festival; un par de niñas del coro Los Maipucitos, que están más preocupadas de poder sacarse una foto con ellos que de su propia actuación; dos chicas de la directiva de la Feuc, quienes llegaron en metro para tratar de convencerlos de que tocaran en su semana mechona; un equipo del canal comunal de Maipú y un notero de Mega a quien dejaron entrar con una sola condición: el camarógrafo tenía que enfocar las poleras negras que lucen esta noche, en las que se leen en letras blancas las leyendas 'Patagonia sin represas' y 'No al Alto Maipo'. Se las regalaron unas fans hace un tiempo, y decidieron usarlas de atuendo para este, su quinto concierto en lo que va del año, al que le seguirán 20 fechas en febrero.
Fuera, en el aforo de la Plaza Mayor, cerca de dos mil personas escuchan pacientes la rutina del humorista Zip Zup y aplauden los covers de un cantante reclutado en el programa Talento chileno, de Chilevisión. En la primera línea, pegadas a la reja, están las fans más acérrimas, las que llegaron a la prueba de sonido a las cinco de la tarde con la frustrada esperanza de verlos (no lo lograron) y empezaban a sufrir con la brisa helada que recorre la comuna en las medianoches de enero.
"El hecho de no salir en la tele y ser conocido solo por la radio te permite que la gente no te cache visualmente, entonces nuestra vida sigue siendo relativamente normal", asegura Ítalo Vásquez, 32 años, voz y principal letrista del dúo, quien lleva la batuta en las entrevistas y en la interacción con el público durante los recitales.
Camino al escenario saludan a quienes los divisan y antes de entrar en acción llegan a una pequeña carpa donde esperan a que sus músicos hagan la introducción y las máquinas de humo terminen de inundar el ambiente. Ítalo ensaya escalas con la voz y se mueve como animal enjaulado. Enzo mantiene la mirada fija en un punto lejano y se aferra a su acordeón Hohner rojo, que lo acompaña desde hace cinco años y luce una vistosa calcomanía de 'Patagonia sin represas'. Se parece en algo a la imitación que hace Kramer de Pablo Zalaquett, pero sin tics. El animador los anuncia, el público estalla.

Con 60 mil copias del disco Contigo pan y cebolla vendidas desde 2010. Los Vásquez encabezans las ventas musicales del mercado nacional, adelante de Adele y Justin Bieber. Al anunciarles que obtenían un disco de cuádruple platino por la cifra, solicitaron uno de cobre, por ser el metal representativo de Chile.
EL SUR TAMBIÉN EXISTE
En 1996, Enzo Vásquez Gei, tenía 14 años y estudiaba en el liceo B2 de Coihaique. Aunque nació en esa ciudad, capital de la Región de Aisén, y vivió ahí hasta los tres años, para todos siempre fue el niño nuevo que venía del norte, de un lugar llamado Pelchuquín, cerca de Valdivia, hasta donde se había trasladado su familia por el nuevo cargo de su papá, técnico aeronáutico. En un acto escolar tocó frente a todo el liceo una melodía de Raúl di Blasio en sintetizador. Al escucharlo un inspector trató de convencer a sus padres de que lo dejaran tocar en fiestas de campo. "Mi papá estaba preocupado, cómo me iba a dar permiso para la bohemia, el copete, las fiestas?.. pero al final me lo dio y ahí empecé a ganar mis lucas. Después invité a mi hermano y armamos una orquesta para tocar en festivales", recuerda Enzo. Lo que ganaban se lo gastaban en comprar instrumentos. El primero fue una batería eléctrica marca Roland, al que siguió una guitarra electroacústica.
Por ese entonces también ganaron un festival folclórico con la canción Mi tierra, mi gente, que hablaba de los jóvenes que volvían a Aisén cada verano, luego de pasar el año estudiando lejos de casa, en otras ciudades. "En Coihaique, cuando terminabas cuarto medio, te tenías que ir. Ahora hay establecimientos educacionales, pero antes no. Entonces la canción hablaba de eso, de que todo renacía en ti cuando volvías a tu tierra, cuando te reencontrabas con tu río, con tu valle", recuerda Ítalo.
Lo mismo les pasó a ellos. Ítalo se tuvo que ir a Talca a estudiar Ingeniería Forestal, primero, y Control de Tránsito Aéreo, después; mientras Enzo partió a Santiago a estudiar en el Instituto de Música en la Universidad Católica, donde se tituló de compositor de música contemporánea. Ya titulado, en 2006 ganó el prestigioso concurso de composición Luis Advis que organiza el CNCA, en su rama de Música Clásica, con una obra inspirada, cómo no, en el sur de Chile.
Durante los veranos armaban su banda de cinco músicos y recorrían la región. "Si hoy hacemos una mezcla de música cebolla de radio AM, con vallenato, rancheras, bachata, cumbia y chamamé, que es la música de las fiestas en la Patagonia, es porque tocamos en casi todos los festivales del sur de Chile, desde Chaitén hasta Cochrane. Esa ha sido nuestra escuela", señala Enzo, el menor de los hermanos Vásquez.

AHÍ VIENEN LOS VÁSQUEZ
En 2009, Ítalo Vásquez trabajaba en el aeropuerto de Santiago y solía llevar su guitarra hasta la torre de control. Lo habían destinado a Punta Arenas, pero al año sintió ganas de juntarse a hacer música con su hermano, que estaba instalado en Santiago produciendo discos para artistas como Douglas y María Jimena Pereyra, en una sala arrendada en Ñuñoa, donde instaló su estudio de grabación. Ítalo trabajaba dos días en la torre como controlador de tránsito aéreo, y tenía libre los dos días siguientes. Durante ellos, se juntaba con su hermano a componer. "Ahora creo que en ese tiempo los dos sabíamos que esa era nuestra última oportunidad para ponernos a trabajar en serio en esto y poder vivir de la música en el futuro", recuerda Ítalo.
Encerrados en el estudio registraron, desde cero, cinco canciones. La primera que compusieron fue su futuro hit Tú me haces falta y la pusieron a la cabeza del disco promocional que le dieron a Santiago de la Cruz, que por entonces les arrendaba la sala de grabación y que hasta hoy es el mánager de la banda.
Con el disco en mano salieron a golpear las puertas de los grandes sellos, pero en todos les dijeron que no recibían demos de nuevos artistas locales. Entonces, decidieron salir a promocionar su música y hacerse escuchar por su propia cuenta.
"Empezamos a hacer campaña por facebook. Nos hicimos nuestra página y comenzamos a añadir gente. Les escribía diciéndoles que éramos un grupo nuevo y que les regalábamos una canción, después contactaba a los amigos y hacía lo mismo, y también me metía en los amigos sugeridos. Siempre manteniendo un diálogo", recuerda Ítalo.
"También les pedíamos que llevaran la canción a sus radios locales para que creciera la bola de nieve. Y que votaran por ellas en los ránkings de las emisoras", agrega Enzo.
Cuando ya tenían un nombre más o menos ganado, lanzaron el disco Contigo pop y cebolla (2010) en forma independiente, el que comenzó a sonar en radios de provincia e insistentemente en emisoras FM de corte romántico. Claro que el espaldarazo se lo daría su aparición en el matinal de TVN Buenos días a todos, a comienzos de 2011, con Felipe Camiroaga todavía de animador, confesando que pensaba que el grupo era extranjero y llenándolos de elogios.

"NO NOS GUSTA LA TV"
En algún momento de 2011, y ya radicados en Santiago, en la comuna de Ñuñoa, a Los Vásquez los volvieron a llamar de un matinal. Claro que les pusieron dos condiciones: lo primero, no interpretar Basta, la canción que compusieron al calor de las marchas estudiantiles de ese año y que se esparció como pólvora por las redes sociales, ni tampoco lucir las poleras con mensajes medioambientales que habían empezado a usar desde entonces. Rechazaron la oferta. Ese momento marcó el inicio de su firme decisión de seguir creciendo a espaldas de la televisión. "No nos gusta la tele, nos sentimos mucho más cercanos a la radio. Fuimos a algunos matinales, pero elegidos con pinzas porque hay muchos contenidos de programas que no nos identifican y tratamos de mantenernos lo más alejado posible de eso", explica Ítalo y agrega: "no estamos de acuerdo, por ejemplo, con los contenidos misóginos de algunos programas de televisión, donde aparecen minas casi en pelotas. No nos íbamos a presentar donde se nos pusieran a bailar minas al lado mientras nosotros estábamos tocando".
No les gusta la TV, pero el listado de telenovelas con canciones suyas es largo...
Enzo: Yo no veo teleseries, pero nos gusta que suenen nuestras canciones en ese formato. Por ejemplo, Miénteme una vez se escuchó en la teleserie Esperanza, de TVN, y después la gente la cantaba mucho más en los recitales.
La televisión es masiva y ustedes también. ¿No deberían ir adonde está su público?
Ítalo: Podría ser, pero sentimos que va contra todos nuestros ideales. En esa oportunidad en que nos dijeron que no podíamos tocar nuestra canción nos dijeron "chuta, que voy a tener problemas con el Consejo de Televisión". Nosotros cada vez que tenemos que presentarnos en medios aprovechamos de dar nuestro mensaje y estos mensajes no son bien acogidos en la televisión, porque los dueños de los canales a veces se ven afectados por lo que nosotros decimos.
¿Por qué no quisieron ir al Festival de Viña?
Ítalo: Porque no queremos televisar nuestro show, no queremos exponernos a ese nivel mediático, nosotros queremos tener una carrera larga y creemos que Viña se contrapone a esta carrera larga. Tenemos un disco que la gente conoce, acabamos de sacar otro… entonces, creemos que es muy precipitado pensar en un escenario como Viña del Mar si podemos tener más canciones.
Enzo: Es una apuesta, puede ser que más adelante no nos llamen, o no estemos sonando, pero por ahora no. Nuestro camino, por el momento, es ir tranquilo por las piedras. Es muy explosivo Viña, muy televisivo.

"Hemos estado tocando al lado del río Baker, entonces que nos digan que van a poner represas en ese sector, nos llega mucho, si somos patagones", dice Enzo Vásquez.
PATAGONIA SIN REPRESAS
La primera fila del recital de Maipú es una buena radiografía del grupo; al centro están las fans, todas mujeres, o muy jóvenes o ya del todo adultas. Conocen hasta la más imperceptible inflexión de voz en cada canción, piden sin éxito que sus artistas "muevan la colita" y llevan cintillos alusivos o banderas con sus canciones favoritas. Unas filas más atrás se asoman unas cuantas banderas del Consejo de Todas las Tierras, y por ahí una del Partido Comunista. Una mujer sobre los cincuenta de rostro muy serio sostiene durante los 90 minutos que dura el concierto un letrero de cartón en el que se lee: 'No más mineras en Maipú'. Los Vásquez la saludan cuando vuelven al escenario a pedido del público luego de una hora de actuación y luego arremeten con Basta, su éxito contestatario.
¿Desde cuándo empezaron a interesarse en política?
Enzo: En 2006, al ver toda la revolución pingüina dijimos 'qué onda'. Igual nos afectaba de alguna manera, porque nosotros tuvimos que salir de nuestra tierra, que nos encanta, para estudiar, porque allá no estaban las facilidades. Además, se sumó lo de Patagonia sin represas. Nosotros hemos estado tocando al lado del Río Baker, entonces que nos digan que van a poner represas en ese sector, nos llega mucho, si somos patagones.
Ítalo: Nuestro viejo se encalilló por pagarnos los estudios. Él es de izquierda y le tocó vivir la dictadura con todo lo que significó. Pero por eso mismo prefirió guardarse la política, no meternos en eso a nosotros. En nuestra casa no se hablaba de política. Pero cuando vimos a toda la gente saliendo a la calle con un mismo ideal, y empezamos a ir nosotros también, nos enamoramos de todo eso, de lo que se vive en una marcha.
Apoyaron abiertamente a Marcel Claude ¿se arrepienten?
Ítalo: No, pero en las elecciones nos fue como el forro (risas).
Enzo: En realidad apoyamos a un movimiento social, que estaba encabezado por él. Pero lo que apoyamos fue un proyecto político por el que también estaban Roxana Miranda y Alfredo Sfeir. Siempre dije que ojalá se hubieran unido.
Hay dos canciones suyas, Juana María y Vuela vuela que aluden a la marihuana ¿están por su legalización?
Enzo: Todo el rato, hermano.
Ítalo: Obvio, por una parte, por las propiedades beneficiosas que tiene, pero más que nada porque queremos que a la marihuana se le dé el mismo trato legal que al alcohol, que es una droga que produce muchas muertes en el año, violencia intrafamiliar, femicidios. Y a esa droga, compadre, le hacen propaganda en la tele. No es justo.
Santiago, el mánager, avisa que quedan pocos minutos para la entrevista. Los Vásquez ya terminaron de actuar, pero todavía tienen que dejar pasar a las fans. La seguridad de la organización del festival está harta con la comitiva del grupo, no entienden que dejen y dejen pasar gente para firmar autógrafos hasta una hora de terminado el show. En pocos momentos partirán en avión hasta Teodoro Schmidt, en Cautín, y piensan pasar a comer algo rápido en una estación de servicio camino al aeropuerto. Los hermanos Vásquez se notan cansados, pero no paran de hacerse bromas con los músicos y posar para los celulares de sus seguidoras.
El segundo disco se llama De sur a norte, ¿es un juego de palabras?
Ítalo: Es como ir a la inversa, siempre se dice "de norte a sur". Porque para los patagones, Puerto Montt ya es el norte. Es ir de nuestra tierra hacia arriba. Todo lo arriba que se pueda.
¿Tienen planes de tocar fuera de Chile?
Ítalo: Sabemos que sonamos en algunas radios de provincia en Argentina, también tenemos muchos seguidores en facebook de Bolivia y Perú.
Enzo: Fíjate que ni Sony, ni Warner nos pescan para editarnos fuera. Pero vamos a intentarlo de a poco, solitos. Igual como lo hemos hecho acá.
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