¿Por qué nos definimos a partir de nuestra situación amorosa?




“Hola, me llamo María, tengo 40 años y soy casada”. No es la presentación de nadie en particular, pero al mismo tiempo podría ser la de cualquier persona. Y hasta ahí todo bien, salvo por un dato que aparece desapercibido. En esta frase de presentación, el nombre y la edad de una mujer se pone en el mismo nivel de importancia que el estado civil. La pregunta que surge es ¿por qué nos definimos a partir de nuestra situación amorosa?

Vivimos en una cultura en la que el hecho de estar en pareja es un estado ideal y no solo por lo satisfactorio y hermoso que puede ser en muchos casos, sino que porque estar soltero o soltera es significado de carencia e insuficiencia. Así lo explica Carolina Aspillaga, doctora en psicología, académica e investigadora que ha dedicado buena parte de su carrera a estudiar las relaciones amorosas y el concepto de amor romántico. “Lo primero que debemos distinguir es que para mujeres y hombres no tiene el mismo peso el estado civil. Y esto ocurre porque en términos tradicionales, el reconocimiento de los hombres no ha estado puesto históricamente en su vida amorosa, sino que que en su desarrollo laboral fuera de la casa. Sin embargo, en el caso de las mujeres, por mucho tiempo, gran parte de nuestra identidad y nuestro valor como género se ha ido configurando a partir de nuestra “capacidad” de estar en una relación de pareja, vista esta junto con la formación de familia como elementos que te aseguraban cierta plenitud como ser humano. Esas eran las metas”, explica.

En este sentido, para las mujeres el estar en pareja pasa tradicionalmente a ser un elemento más relevante o más estructurador de la propia identidad. “Por otro lado, si tratamos de mirar y analizar cómo está conformada nuestra sociedad, es por medio de parejas y familias nucleares por lo tanto todo el sistema está organizado en función de este tipo de vínculo”, agrega Carolina. Dice que desde ahí nace la idea de que las personas que están en pareja son personas más completas porque han cumplido los hitos sociales y por tanto se les asocia un determinado estatus.

El problema es que esto trae consecuencias, como que las personas solemos sentirnos incompletas o poco exitosas cuando no estamos en una relación de pareja y al mismo tiempo se genera la sensación de no haber cumplido con una meta que es normativa, algo que debiera haber pasado y eso hace que nos preguntemos qué problema tengo o cuál es la razón por la que no logro cumplir con la meta de estar en pareja. Carolina dice que “es vivido como una falla o con la idea de estar en falta y eso obviamente puede afectar la autoestima, porque tiene que ver con la forma en que uno se percibe a sí misma y también con la manera en que creemos que nos percibe el resto”.

Y por eso aclara que es relevante que dejemos de poner nuestro estado civil o situación amorosa en el mismo nivel que otros factores que sí nos identifican. “Hay varias cosas más relevantes que definen nuestra personalidad y proyecto de vida y es importante que nos cuestionemos este modelo, porque es la única manera de que entendamos que el estar en pareja es una posibilidad dentro de muchas otras. Descentralizar ese vínculo nos permite tener otros que pueden ser tan satisfactorios como lo es una relación de pareja, pero que muchas veces quedan invisibilizados o son percibidos como insuficientes”.

Al final tiene que ver con que lo normal o natural no es estar en pareja, es una opción y por tanto la definición de uno mismo no debería pasar por nuestro estado civil, sino que por quienes somos, qué nos gusta o cómo estamos parados en el mundo.

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