Francisca Tupper, matrona del sector público: "Lo que hacemos no es un sacrificio, sino un deber"

mascaras

En el Día mundial de la Salud, la matrona de neonatología Francisca Tupper (26) habla del miedo al contagio, de la precarización que viven sus colegas del sistema público y cómo es ser trabajadora de la salud en tiempos de crisis.




Desde su trinchera, la neonatología, Francisca Tupper conoce la cruda realidad del sector público y ha vivido de cerca el sufrimiento de mujeres pobres e inmigrantes que se ven muchas veces afectadas por la precariedad de los recintos hospitalarios. Trabaja en el hospital Santiago Oriente Luis Tisné, en Peñalolén, y participa en el Colegio de Matronas de Chile, en el frente de salud de Convergencia Social y en Salud en Resistencia, organización creada a raíz del estallido social para atender a heridos en las manifestaciones.

"Cuando elegí mi carrera pensé no solo en todo lo que disfruto trabajar en esta área, sino en el rol social y político que tenemos. Soy muy crítica del sistema de salud pública y por eso quiero aportar a que mejore. Ir a los hospitales y ver las urgencias siempre llenas, sin insumos y con mala infraestructura me ha hecho consciente de la brecha abismal que existe con el sector privado", afirma. "Lo que hacemos no es un sacrificio, sino un deber. Es más que un trabajo; es una herramienta social y política".

¿Cómo se están enfrentando, como trabajadores y trabajadoras de la salud, al miedo por un posible contagio de Covid-19?

Sabemos, en primer lugar, que no podemos dejar de trabajar y estamos haciendo turnos de 24 horas para evitar el flujo de personal y cuidar nuestros traslados por el toque de queda. Tenemos mucha consciencia del colectivo, porque la ausencia de uno se traduce en más carga laboral para los otros, pero al mismo tiempo trabajamos con miedo de contagiarnos y contagiar a nuestras familias. Yo tuve que irme del lugar en el que vivo con mi hermana para no estar con mi sobrino, que es asmático, y estoy viviendo sola, aislada de las personas que quiero. Fue muy angustiante al principio. El sentimiento de desprotección es muy fuerte: no quieres contagiar a tu familia, te sientes como una persona de alto riesgo al caminar por la calle y cada vez que me siento mal, intento no comentárselo a nadie para no asustarlos.

¿Cómo este miedo afecta el ambiente laboral en el área de salud?

Están todos muy reactivos, hay discusiones dentro del equipo y se nota mucha tensión. Lo bueno es que en mi área, neonatología, somos casi solo mujeres y nos sirve mucho estar ahí y acompañarnos. Sentimos que no estamos solas y que podemos hablar entre nosotras. La neonatología es una de las áreas más duras en términos hospitalarios, sobre todo en invierno por los brotes de virus sincitial, y en algunas épocas donde aumentan los nacimientos prematuros. Por eso la experiencia de las que llevan más tiempo ahí nos ayuda a las más jóvenes, ya que saben cómo enfrentarse a momentos críticos.

¿Crees que se están tomando las medidas suficientes para garantizarles seguridad a los trabajadores y trabajadoras de la salud?

Hay un protocolo basado en las recomendaciones de la OMS y de la Mesa Social Covid-19 en Chile y todos lo días se actualiza según la contingencia, pero sigue habiendo mucho descuido por el hecho de no contar con suficiente personal e insumos, lo que nos expone a más estrés y enfermedades. Todos queremos estar protegidos, pero no hay suficientes implementos: nos están pidiendo que la misma mascarilla quirúrgica que usábamos 30 minutos ahora la usemos en turnos de 12 horas. Al personal de aseo no se le ha cambiado su uniforme de siempre por uno más seguro, y aunque usen mascarillas, son los que más contacto tienen con elementos que pueden estar infectado. Personalmente, me cuesta pensar en lo que se viene y cómo puede afectar mi propia salud, pero siento bastante impotencia ya que veo que el sistema público no dará abasto. Nos da miedo que frente a un posible colapso del sistema público no lleguemos a tener suficientes ventiladores ni bombas de infusión.

¿Has sentido el apoyo de la gente?

Sí y sobre todo al principio de la crisis. Siento que siempre ha existido una primera línea de salud, los que tienen verdadera vocación y están en este oficio por decisión. Pero lo que sí me llama mucho la atención, es que nunca se mencionan a los demás trabajadores hospitalarios: los que limpian, los que hacen la comida, los guardias, los camilleros. Ellos son de verdad la primera línea sanitaria. Hemos visto también que últimamente el pánico colectivo está produciendo mucho rechazo: echan a personal de la salud de los edificios o no los dejan usar los ascensores. Y también nos ha pasado que en los supermercados, como tenemos acceso preferencial, algunos nos miran mal por ingresar primero.

Como trabajadora de salud pública, ¿qué pides a las autoridades a puertas de una posible crisis sanitaria?

Que se hagan cargo en el amplio sentido de la palabra: no basta con más camillas ni más ventiladores, no basta con mejorar las redes asistenciales si no se hacen cargo de la salud, en todos los sentidos. Hay lugares de Chile sin agua, personas que aún viajan en metro en contacto con otras, campamentos donde viven familias hacinadas. Si las condiciones de vida no mejoran, no vamos a poder enfrentar bien esta crisis. Y a nivel sanitario, deben garantizarnos los elementos de protección personal. No es posible que muchos de nuestros colegas se compren o se fabriquen sus propias mascarillas porque las del hospital no son suficientes. La crisis debe enfrentarse de forma integral.

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