El auge en Chile de profesionales jóvenes que optan por emprender

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Harol Bustos

Un 45% de quienes están tras un negocio tienen entre 25 y 34 años, según la Encuesta 2018 sobre el Ambiente de las Pymes en Chile. Una tendencia que, según expertos, obedece a la masificación de internet y la flexibilidad laboral. Tres jóvenes cuentan aquí sus razones y el camino para emprender.


Bay-mey Chea tiene 28 años, es diseñadora, viene de Linares y está ad portas de lanzar Mouti, un cepillo de dientes interactivo para niños. Tras terminar sus estudios de diseño industrial en la Universidad de Talca, decidió enfocarse por completo en la idea que creó en su proyecto de título, que tiene el propósito de crear hábitos de higiene en los niños, combinando el uso de tecnología y elementos sensoriales que estimulan al niño a asociar un color con un área de la boca. Hoy, viviendo en Santiago y con el producto listo, espera conseguir un inversionista para fabricar el cepillo en China.

Bay-mey Chea es una de las caras visibles de cómo el emprendimiento se ha vuelto la primera opción de profesionales. Las estadísticas son concluyentes: en 2001 la edad promedio de los emprendedores en Chile era de 55 años, pero en 2018 bajó a 35 años. Un cambio relevante en el perfil que los expertos explican porque hoy en día hay más jóvenes profesionales que buscan desarrollar sus carreras con un emprendimiento.

En el pasado, en cambio, la mayoría de las personas que se animaban a emprender eran profesionales con una amplia trayectoria, que buscaban un cambio en sus carreras, ya sea como una nueva oportunidad o bien por falta de empleo. Según la Encuesta 2018 sobre el Ambiente de las Pymes en Chile, un 45% de quienes están tras las pymes tiene entre 25 y 34 años y un 29% entre 35 y 44 años. Con ese 74%, marca una mayoría en ambos segmentos, seguidos por los menores de 25 años, que alcanzan a un 15%.

Mirko Salfate, director nacional de Instituto Nacional de la Juventud (INJUV), dice que una de las razones para el cambio está la hiperconectividad: “Actualmente, más del 70% de los microemprendimientos contemplan el uso de internet en su desarrollo, algo que naturalmente es más atractivo para una generación que es nativa digital y que explica en parte por qué hay más jóvenes emprendiendo”. Luego agrega: “Las juventudes entienden que en la era de la información y la hiperconectividad, todos podemos hacer que una idea pueda escalar a nivel global”.

Según un sondeo presentado este año por el Instituto Nacional de la Juventud, 9 de cada 10 jóvenes chilenos sueñan con emprender. Bajo esa idea, varios fondos del Estado tienen considerados ítems con beneficios para quienes tienen menos de 30 años y deseen levantar un negocio, donde usualmente la barrera para no hacerlo es la falta de financiamiento para una idea. Incluso, hay quienes han ido más allá, para que la formación venga desde antes. Un iniciativa en esa línea es de la Universidad San Sebastián, que creó la Beca Emprendedor, orientada exclusivamente a escolares de enseñanza media con espíritu emprendedor (www.emprendeuss.cl). El beneficio contempla un premio de un millón de pesos para el primer lugar, $500 mil para el segundo y $300 mil para el tercero. A ello se suma un viaje más un día de trabajo en Fab Lab Santiago.

Las barreras para mantenerse

La búsqueda de mayor flexibilidad laboral, la posibilidad de compatibilizar estudios con otras responsabilidades familiares son otras dos razones que el director del INJUV entrega para explicar el auge de los jóvenes emprendedores. “La lógica de hacer carrera en un mismo lugar quedó obsoleta y el dinamismo laboral se convirtió en un criterio de selección clave”, resume.

Bai-mey Chea, la creadora del cepillo de dientes interactivo para niños, dedica gran parte del tiempo que tiene a su emprendimiento. Pero le quedan horas para ser docente a media jornada en una universidad en Santiago. “Durante uno de los primeros fondos que nos adjudicamos, yo fui madre. Para las emprendedoras no existe el pre o el posnatal, porque aquí gana el deseo de sacar un proyecto que marca un cambio, un compromiso social”, indica ella, quien ganó un fondo Innovatón de la Teletón 2015, además de un fondo Corfo para su negocio Mouti.

Otro caso es el de Alexis Vivallo, de 32 años, egresado de diseñador gráfico y quien, como ilustrador, acaba de publicar su segunda historieta llamada “Los Pirratas”, una pasión que transformó en emprendimiento, con clientes de todos el país o Estados Unidos, gracias a la conectividad de internet. Él, quien ganó un Fondart, dice que “antes no se daba esta modalidad de trabajar desde la casa o tener más posibilidad de abrir el espectro del negocio. Además, la gente cambió la mentalidad de trabajar para alguien y hoy es apostar para crear tu propio emprendimiento”.

Sumar tiempo

Paz Garrido, de 28 años, vive en La Araucanía, estudió diseño gráfico y tras salir de la universidad, hace cuatro años, decidió emprender su proyecto artístico, sabiendo que el mercado laboral es esquivo para los recién egresados. Así, creó bolsos, carteras y accesorios bajo el nombre de “Las 3 Marías Diseño”, su pyme. “Creo que es por la generación millennial tratar de crecer como profesional, tener la libertad en tiempo: cómo quiero hacerlo y cuándo quiero hacerlo”, establece ella, quien dice que donde vive el campo laboral no es amplio: “Los trabajos que existen son mal remunerados y el tiempo es esclavizante”. Para su negocio, vende en distintas galerías en Santiago, pero también en otras ciudades y por redes sociales. Sobre cómo decidió convertir una idea en negocio, resume: “Busqué lo que el mercado necesitaba, algo que no estuviera en el retail”.

Para el director del Injuv, Mirko Salfate, el cambio generacional obedece a una cultura de emprendimiento “gracias a 15 años de trabajo público-privado que han resultado en un ecosistema bien conectado. Ahí, el emprendimiento juvenil aparece como un modo de adaptación de la generación actual para enfrentar un escenario laboral cambiante”.

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