Columna de Roberto Fantuzzi: sin corbata y en un mundo distanciado

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El empresario y presidente de Asexma cuenta cómo le ha cambiado la vida, a sus 77 años, con el coronavirus. Dice que no le gusta "el trato a los viejos" y cuenta que su tratamiento contra el cáncer está en pausa. Este es su Relato Personal de la pandemia.


Nos reímos entre los empresarios y decimos: "¿Estái con el pijama de día o el de noche"? No me he puesto una corbata hace tres meses. Siempre me ha gustado almorzar muy temprano, máximo a la una, pero ahora, en mi casa, almorzamos a las dos y media. Los hábitos van cambiando a favor y en contra. Si tú me apuras hoy, no voy a volver a trabajar como antes, en una oficina. Prefiero mil veces quedarme en casa y trabajar permanentemente aquí. Esto te lo doy firmado. Cuando me citen, voy. Es otro mundo. No tengo problemas de estacionamiento, no me hago mala sangre. Antes me levantaba diez para las seis de la mañana para que no me tocara el taco, mira qué estupidez. Yo trabajaba en el centro. Hoy me levanto con una comodidad enorme, a las siete más o menos. Pero extraño mirar a la gente a los ojos. Es muy distinto vernos por el computador. Ocupo Zoom, Skype, Google Meet y todas esas cosas, pero reconozco que mirarse a los ojos se requiere, en el ámbito humano. Me hace falta ese contacto. Lo malo es que se me ha echado a perder la vista. Ahora leo menos y veo poca televisión. Veo mucha pantalla, con todo esto de los Zoom, entonces no aguanto a leer, porque me lloran mucho los ojos. Con mi cáncer estoy en perfectas condiciones. Me puse una inyección una semana antes de que empezara la cuarentena. Además, el doctor me mandó a verme después de que le dije que como a las 3 ó 4 de la tarde estoy súper cansado, entonces me envió a otro doctor y me pusieron 36 indicadores en el cuerpo, para ver cómo estaban distintas cosas. Ahí vimos que efectivamente estoy durmiendo mucho menos de lo que corresponde. Casi no duermo. Me iban a hacer otro examen, pero se postergó indefinidamente, porque vino el coronavirus y en la Clínica Alemana no te atienden más que para eso. Tengo todo en pausa. Estoy pasando la cuarentena con mi señora. Hemos convivido bastante bien. Esto no quiere decir que sea 100% sin roces, pero estamos muy bien. Incluso, creo que mejor que antes. Tengo 12 nietos. Con el famoso whatsApp hablamos todos los días. Tenemos un grupo que se llama "Familión". Ahí nos vamos mirando y conversando. Estamos en contacto permanente por ahí, salvo una nieta mía que tiene unos 19 años y está pendiente de nosotros, no nos deja ni asomarnos a la calle. Según ella, podemos adquirir la enfermedad hasta recibiendo el diario. A veces nos vienen a ver en persona, pero no entran a la casa y nosotros tampoco nos acercamos. Guardamos una distancia gigante, ellos se ponen de la reja hacia afuera y nosotros nos ponemos con unas sillas afuera de la casa, hay una distancia como de cuatro, cinco metros o más y ahí nos gritamos. Todos los días subo un video, algunos son de carácter empresarial y otros de carácter social. En uno de estos últimos me descargué con un poco de rabia, porque los que estamos sanos estamos enjaulados. Y los enfermos están afuera. O sea, el mundo al revés. El trato hacia los viejos es lo que no me gusta. Somos suficientemente maduros para tomar nuestras propias decisiones y si nos dicen que no salgamos a la calle, no vamos a salir. A mí, no es que me traten así, pero cuando veo la televisión lo veo. Ahí entrevistan a los viejos y son utilizados, porque ese es el término exacto. Los usan para producir temor o a veces dar señales de pena, ese tipo de sentimientos no me gustan. Otra cosa que veo es que en las publicidades de las clínicas ponen fotos de viejos súper encachados en la publicidad, pero ese no es el mundo real, son ficticios. Eso también me molesta. El trato a la tercera edad es horriblemente malo. Ahora tengo actividades que antes no hacía, estoy solo con mi señora y tengo que colaborar de igual a igual. Lunes, miércoles y viernes saco la basura y los viernes, especialmente, pasa el ecológico (reciclaje). Hago el prelavado de los platos, porque a mi señora no le gusta la máquina para lavar los platos, entonces lo hago de la manera tradicional. Lo único que no sé es cocinar, comida puedo hacerte un huevo, eso es lo máximo, pero hago el resto de las cosas. Yo estoy muy cerca del cajón, esa es la verdad, por razones obvias. Tengo 77 años, tengo cáncer y todas esas cuestiones. El pijama de madera puede llegar en cualquier momento, pero ese temor uno lo tiene en su interior y seguramente no lo refleja. El hecho de dormir mal es un reflejo de las preocupaciones que uno tiene.

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