El giro estratégico de las empresas hacia el corporate venture capital

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La modalidad, donde una compañía compra una participación menor al 50% en un emprendimiento que ya cuenta con un negocio atractivo y participa de su directorio, se ha convertido en el nuevo nexo entre las empresas y las startup.


Claudio Barahona se levanta de la silla apenas comienza la entrevista en una de las salas de Wayra en Providencia y, plumón en mano, grafica con entusiasmo sobre la pizarra lo que está sucediendo en la relación entre las grandes empresas y las startup: una aproximación creciente al corporate venture capital (CVC), donde una compañía compra una participación menor al 50% en un emprendimiento que ya cuenta con un negocio de un tamaño atractivo y participa en su directorio, y que representa una etapa más sofisticada de un vínculo hasta hace un par de años asociado al esquema tradicional de I+D interno o a fusiones y adquisiciones (M&A).

¿Por qué una compañía hace corporate venture capital? Primero por sobrevivencia y estrategia de largo plazo, luego por retornos y generación de negocios de corto plazo, explican. Masisa es un ejemplo. El portafolio de startups invertidas facturó US$ 2,2 millones en 2018 y se espera duplicarlo en 2019. Durante el año pasado invirtió en seis empresas y se proyecta un número similar en este ejercicio. Así, llegaría a un portafolio de 16 a 20 empresas. El presupuesto depende de las oportunidades que se presenten y se apalanca con socios estratégicos como UDD Ventures y Dadneo, lo que le permite multiplicar por tres la inversión y diversificar el riesgo.

Los focos de inversión en CVC son empresas que estén desarrollando tecnologías en materiales de construcción, transformación y soluciones constructivas. “Históricamente estamos hablando de un monto anual cercano a US$ 1 millón de inversión early-stage. Entre 2019 y 2020 queremos multiplicar esta inversión de la mano de alianzas con firmas de venture capital de América Latina y Estados Unidos, ya que entendemos que necesitamos entrar en series A y B para tener impacto significativo en una empresa como Masisa que factura más de US$ 600 millones”, dice José Catalán, gerente corporativo de Innovación de Masisa.

“En mi experiencia, las empresas siempre se han conectado con emprendedores y startups, pero los han visto como potenciales proveedores y en un contexto de negocios donde no existía tanta incertidumbre como hoy, razón por la cual no compartían el riesgo. En los últimos años efectivamente ha habido un cambio en esta relación y es natural en la generación de un proceso de innovación corporativa pasar de convocatorias y bootcamps en fases tempranas (de bajo riesgo y generalmente ejecutadas por consultores externos) a una relación tipo CVC”, señala Catalán.

Añade que, no obstante, un vínculo a través de CVC depende del grado de aversión al riesgo de la empresa y estima que aún son muy pocas las que están invirtiendo o haciéndolo de forma concreta en Chile. “En nuestra experiencia en Masisa y en el rubro de diseño, arquitectura y construcción en Latam, que es el sector industrial donde actuamos, no hay un dealflow de startups muy nutrido y de alto valor aún, por lo que no generan Ebitda inmediatamente ni para ellos y menos para Masisa”, dice Catalán.

Se buscan más incentivos

El mundo tiende a que las compañías grandes -vía fondos o directamente- compren empresas con mayor desarrollo, ya que buscan firmas que se acerquen a su tamaño para que la transacción sea relevante, señala Andrés Meirovich, managing partner de Genesis Ventures y director de la ACVC. “Un punto como país es dejar de hablar de ecosistema y hacerlo de industria. La diferencia es que una industria genera transacciones. Cuando una empresa trata la innovación en serio es cuando busca generar transacciones que hagan aumentar su Ebitda, ya sea subiendo ventas o bajando costos. Si no hay transacciones esto solo pasa a ser RSE, causando mucho daño al gran aporte que tienen las startups en un país”, dice él.

La Asociación ha reconocido que gracias a los esfuerzos del Estado a través de Corfo y mediante programas como Start-Up Chile se ha fomentado el desarrollo de incubadoras, aceleradoras, redes de inversionistas ángeles y el financiamiento de emprendimientos en fases tempranas, pero aún es muy difícil levantar recursos para etapas posteriores. por lo que casos exitosos como Cornershop, The Not Company o Levita Magnetics miran fuera de Chile para levantar rondas de financiamiento.

La ACVC ha planteado que el desarrollo del corporate venture capital debe considerar medidas como que los fondos de pensiones y los inversionistas institucionales puedan invertir en fondos de inversión privados locales, sin las restricciones actualmente vigentes, o que exista una mayor facilidad para ofrecer fondos de inversión de capital de riesgo a inversionistas extranjeros.

El ánimo y las perspectivas hacia adelante son favorables. “Observamos en el país un creciente interés en corporate venturing, especialmente entre retailers y bancos. Existen varios objetivos detrás de estas inversiones: acceder a nuevos negocios de alto crecimiento, habilitar experiencias distintivas de cara a los clientes, y adquirir talento y capacidades digitales”, dice Andrés Anavi, socio y managing director de BCG en Chile.

A través de Engie Factory, la firma energética también se dedica al CVC y al Company building, y sostiene que el retorno puede verse en términos de proyectos estratégicos realizados en conjunto con otras compañías de ENGIE Latam, nuevos insights en mercados existentes y la apertura de nuevos mercados.“Si bien comenzamos con la idea de que ENGIE sería el único inversionista de las startups de nuestro company builder, este año hemos llegado a la conclusión de que es beneficioso, tanto para nosotros como para las startups, tener smart money de otros inversionistas ayudando a hacer crecer el negocio.

Así, este año, varias de nuestras startups encontraron co-inversionistas mientras otras están en proceso de atraer venture capitals externos para 2019”, señala al inicio de un reporte de actividades Lode Verdeyen, CEO de Engie Factory. “El modelo corporate venture capital tiene que ver con la preocupación de que las grandes corporaciones no siempre tienen la razón y que emprendedores talentosos y determinados pueden disrumpir mercados en su totalidad, incluso a nivel global”, agrega.

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